—Colócate el hilo de la boca que parece que se te cae la baba.
—Baba ez.
—¿Y esa bolsita?
—Me la ha hesho tu shica.
—¿Para?
—Pada guardad miz decueddoz.
—Tan pocos tienes.
—No zon pocoz, pedo ocupan nada.
—¿Y por qué los guardas ahí?
—Podque como yo no tengo sedebo me da penita que ze me pieddan.
—Mira, no es mala idea. Sin recuerdos apenas seríamos nada.
—No te queaz, el pezente y el futudo también cuentan.
—Pero lo que más nos moldea es la experiencia.
—No zé qué desidte, zi lo máz impodtante ez lo hesho, lo qu¡eztamoz
hasiendo o lo que noz queda pod hased.
—Y yo no te lo voy a discutir.
—Ademáz de la mizma maneda que lo futudible se defodma con la
iluzión, el tiempo pazado mitifica lo dealisado. El tiempo, pazado o por venid,
lo defodma todo.
—O lo pone en su lugar.
—No, ni el pezente ze zalva podque no tenemoz pedzpestiva.
—Vamos, que como dice Calderón: la vida es sueño.
—Y loz zueñloz zueñoz zon.
—Oye, esa bolsita se mueve.
—Clado, podque miz decueddoz eztán vivoz.
—Pero, no comerán, ¿no?
—No, no te peocupez. Ede Se A loz alimenta todoz loz díaz. A ti no
te van a coztad nada.
—O sea, que tú vives de recuerdos.
—O sea, que tú vives de recuerdos.
—Eztáz equivocao, zon elloz loz que viven de mí.
—Como tú.
—Yo no vivo de mí.
—Ya, por eso, que vives de mí.
—Podque zegudamente yo zedé un decueddo tuyo.
—Yo creo que es más lo de Calderón.
—¿El qué?
—Un sueño.
—Poz ya tenez delito zoñad con un dano, tío.
Imagen
bajada de www. aquileana.wordpress.com
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