—¿Y?
—Que a ver cómo te portas.
—Bien, como ziempe.
—Mejor. A mí me gustaría que te portaras mejor que siempre.
—Tendáz quehaz.
—No muchas, pero prefiero ser precavido.
—¿Y qué quiedez que haga?
—Enumeraría mejor qué no quiero que hagas, pero sería demasiado
larga la lista.
—Ni que fueda un animal.
—Es que lo eres.
—Pedo no en el zentido que tú apuntaz.
—Tienes razón, temo más tu parte humana.
—¿Me voy a zentad a la meza con vozotoz?
—No.
—¿Y zi me dusho?
—Tampoco.
—Vaya una dizquiminasión.
—No es discriminación.
—¿Ah, no?
—No, vamos a comer soufflé de queso y foundue de carne.
—¿Y qué?, a mí me guztan laz doz cozaz,
—Pero no llegas. Son platos que se comen en común. No se sirven en
ración, en plato. Y tú eres muy cortito.
—Poz me pongo ensima de la meza y y’aztá.
—Eso es lo que trato de evitar, que estorbes a los demás. La
foundue puede ser peligrosa, y hay una niña.
—Ziempe te buzcaz algo pada caztigadme. Padese que te avedgüensaz
d’Ede Se A.
—Ni lo uno ni lo otro. Pero no me parece apropiado comer con una
rana zascandileando entre la carne y el aceite hirviendo.
—Y a mí no me padese opodtuno vivid contigo y zopodtad tuz
capishoz.
—No es un capricho. Además, son amigos míos, no tuyos.
—Loz amigoz de miz amigoz también zon miz amigoz.
—Sobre todo si vienen a comer. Pero a ti te pienso hacer fabada.
—Bueno, no hay mal que pod bien no venga. Podé depetid, ¿no?
—Sí. Puedes reventar si quieres.
—Conociéndote...
—¿Y la ziezta?
—¿Qué siesta?
—La mía.
—Y a mí qué me cuentas...
—O zea, que tampoco me voy a poded eshaz un dato, ¿no?
—Si no la durmieras en la bañera... Cualquier día pongo el tapón y
abro el grifo. Así mato dos pájaros de un tiro.
—Mida el que no quiede cadgadze a laz palomaz.
Imagen
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