domingo, 27 de noviembre de 2011

El armario de la Yayi


Para Sofía


La Yayi
Llegó la Yayi a casa con el asunto de reorganizar la distribución de un armario. (la Yayi es una amiga esbelta, con un tipo y altura que ya quisiera la Bruni, y con el pelo rojo y que, además, es vecina. Para su desgracia también tiene una hija que no hay quien aguante y dos nietos que de ser yo caníbal, ya me los habría comido). Bueno, el caso es que yo no estaba en casa, andaba en la compra, y como Erre C.A. se mete en todo (y más en mis asuntos) se hizo cargo de su visita y de su petición. Cuando volví, el rano me puso al corriente, si bien antes ya me había puesto en aprietos. Pero no adelantemos acontecimientos. Llegué y sin poder dejar las bolsas en la cocina ya estaba detrás de mí.
—Y dezpuéz d’ezcushá a la Madi, poz m’he puezto a medí y dizeñá, y ya tengo dezuelto el azunto.
—¿Le habrás ofrecido un café, al menos, no?
—Zí, hombe. Zi no l’ha iba a cobad pod el tabahillo. A tuz amigoz no lez cobo. Ensima la iba a invitá.
El carpintero
—Pero que mal educado eres. Parece mentira que seas marroquí. ¿Dónde está tu sentido de la hospitalidad?
—No lo zé, pedo cuando lo encuente te lo digo, ¿vale? Bueno al gano, mida, te guzta.
—¿Esto qué es? —pregunté al ver la foto en el ordenador, donde un armario, en una habitación que me sonaba, aparecía vacío y con las puertas abiertas de par en par.
—El admadio de la Yayi yacabao.
—¿No habrás ido a su casa a…? —le pregunté temiéndome lo peor.
—Zí, y ya he volvido. Ella no eztaba, pedo m’abiedto Paco y me he liao, pim pam, pim pam, y en un pediquete he acabao la shapusa.
—No me jorobas. Me van a matar. ¡Si en tu vida has cogido un martillo!
—No he uzado clavoz. El cadtón ze pega, no ze clava, lizto.
—¿Qué has hecho las baldas y las barras del armario de cartón?
La balda y las barras
—No, ¿no lo haz vizto? Laz badaz con papel. La balda ez la que he hasido con cadtón, zopodta máz pezo pod sentímeto cuadado. ¡Ah, y m’he dehao laz hedamientaz en caza de la Yayi, que no zé podqué la llamaiz azí.
—La llamamos así por Sofía y Carlos.
—Ah. ¿Zofía y Cadloz?
—Sí, sus nietos. Pero quédate aquí y no te muevas. Voy a recoger las herramientas. Después de meter los congelados en el congelador, salí como una bala. 

Cuando llegué a casa de Mari, me abrió Paco, ella no había vuelto aún. Le pregunté, me contó y fuimos al dormitorio. No vimos nada anormal. Pero, como yo me temía lo peor, le pedí a Paco una cerveza para que se fuera de la habitación. “Eso está hecho” me contestó. Se fue a por ella. Yo aproveché y abrí el armario y vi la chapuza erreriana. No me di tiempo ni para sorprenderme ni para jurar en hebreo. Arranqué los papeles y el cartón, hice una bola, cogí las herramientas y me dio tiempo a cerrar el armario antes de que Paco llegara con el botellín. Me lo bebí de un trago. Le di las gracias y me vine para casa.  Cuando llegué tiré a la caja de papel para reciclar la bola de papeles, salí del tendedero, llamé a Erre C. A. y le devolví el rollo de cinta adhesiva y la barra de pegamento.
—Toma, tus herramientas de carpintero.
—Gasiaz, pedo zon tuyaz. Laz cohí de tu cahón. Ede S.A. zólo ha puezto la mano de oba y el dizeño —me contestó muy ufano pero sin entender la sorna de mi comentario anterior.
—Bueno, y no vuelvas a tocar mis cosas. Y en especial a mis amigos —le advertí yendo a la cocina y un poco más tranquilo. Me siguió y me corrigió.
—Loz amigoz no zon cozaz.
—Los míos y las mías para ti sí, son cosas invisibles. ¿Entiendes?
—Ede S. A. no lo entiende, pedo, zi inziztez, pazadé de la peña.
—Con una peña te daba yo a ti en la cabezota que tienes.
—Dezagadezido, que edez un dezagadezido. Eztaba yo en la tedasa con toda la iluzión a ved zi veía venid a la Yayi pada dadla una zodpeza y ahoda z’ha vuelto invizible. Pod musho que mide no la puedo ved. Z'acabó la zodpeza.
—Sí, sí que la ibas a sorprender. De eso estoy seguro.
—O zea, que t’ha guztao como ha quedao el admadio, vamoz.
—Déjame terminar de colocar la compra y hablamos tú y yo del armario y de las consecuencias de meterse en camisa de once varas.
—Vaaaaale —me contestó el rano, y se fue hacia el zulo rezongando—. ¿Camizaz? ¿Qué camizaz? Zi yo no uzo camizaz ni onsez ni vadaz. Ezte tío vive en loz mundoz de Yupi…





Imagen bajada de  www.icrexpress.com
Imagen bajada de  www.chicade15.com (La Yayi)

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