domingo, 20 de noviembre de 2011

Carta abierta a mi madre

Madre,

Veo cómo te vas consumiendo. Y no deberías, Juana. Una madre debería ser para siempre, al menos tú. Pero tras la decadencia mental te ataca la física. Eras gordita, dicho con cariño, ahora tu volumen se ve ajado. Esos ojillos tristes, pequeños, iletrados, ya sólo ven la claridad que tanto te molesta. Nunca la necesitaste; con tu fondo, la claridad de ideas sobra. Luchar, sobrevivir. Trajiste al mundo a cuatro becerros de los cuales uno resiste a los naufragios de unas vidas; vidas que ya no me importan porque no te han devuelto ni la mentira de estar vivos, si es que lo están. Eso sí es ignorancia, y no tu falta de escritura y lectura. Sí, trajiste a la vida errores, pero esos no cuentan. El último no lo fue, no lo quiero ser. Por eso tu soledad está menos sola. No eres la mejor, ¡quién se lo plantea en tus circunstancias! Pero eres mi madre. Y resulta que no eres eterna como yo creía cuando tenía mamá. Has luchado con unas armas que no harían cosquillas al enemigo. Esa carencia que afina el ingenio. Y ahora te rinde el tiempo, el mismo que me vencerá a mí, espero. Me queda poco de tenerte. Te estás yendo como se van los sueños, sin ruido, pero rotundamente. No quiero agradecerte nada, porque esa nunca fue tu motivación. Acaso te deba tan solo el ser, y esa ingenuidad que me niego a perder. Esa enfermedad que ve otro niño y que define como aquella que no deja que me enfade con ellos. Pero quiero decirle al mundo que Juana es mi madre. Que eres mi modelo caduco de lo que no deseo a mis hijos. Y gritar también que soy tu hijo. El más pequeño, el más insignificante, pero el que un día te escribió desde Ceuta y sin saber lo que decía, que nunca te fallaría, que siempre estaría ahí. Aunque hoy sienta que en poca medida. Juana, aunque ni leas ni entiendas esta carta, quiero acariciarte el alma y tu soledad con un beso palabrero, con estas letras que jamás entendiste ni entenderás, como yo el resto. Juana, yo soy tu hijo, no como ahora crees, tu hermanito pequeño. Yo soy el hijo de Juana. Por eso respeto, por eso me respeto. Juana, quisiera decirte lo que jamás un hijo dijo a su madre, pero no doy para más. Este billete es lo que es, un beso tierno para ti, mi madre.

Siempre tuyo,
tu hijo pequeño.

4 comentarios:

Crul dijo...

Joder
:_(

Mendrugo dijo...

Y luego dicen que los tacos son mulitillas.

Comoquieras dijo...

He llorado dos veces: primero mientras lo leía y luego pensando lo que debiste llorar tú al escribirlo.

Mendrugo dijo...

Eso es lo de menos. Si se te ha movido algo dentro, eso sí.