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Mi sol
Últimamente, casi todas las tardes, cuando escribo frente a la ventana de mi despacho, las nubes me sirven de toldo. Y casi todas esas tardes, justo cuando el Sol se va a esconder tras el edificio de enfrente, esas nubes se rompen y el sol golpea mi cara. Ayer y hoy, incluso la lluvia sigue con su quehacer mientras los rayos me deslumbran. Hasta ahora había bajado el store molesto y cegado. Hoy, acaso porque estoy de buen humor, he pensado que quizá sea que el Sol me adelanta las buenas noches. Y es mejor para mí pensar así, aunque yo sea el hombre menos indicado para que el Sol se preocupe por él.
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