—Como zigaz azí de pedesozo no llegamoz a laz mil entadaz.
—No es pereza.
—Vaya que no.
—No. A veces me enfrento al papel en blanco y mi mente se queda en
ese color.
—Zi quiedez coho yo el delevo.
—¿Tú, coger una obligación y diaria?
—Como y duedrmo todoz loz díaz. Y no me quedo enblanco. Aunque zi
el poblema ez el colod del papel...
—Tampoco es un problema.
—Hombe, a Ede Se A le zumez en el mutizmo.
—Y tú callado pierdes mucho, ¿no? Pero para lo que dices.
—Mida quien fue a hablad. A ti la cuezta d’enedo te cuezta
zubidla.
—Y bajarla también.
—Poz ezte año tae dose cueztaz.
—Poco optimista te veo.
—To ze pega. Pedo, venga, zigue ezquibiendo.
—Me temo que hoy no estoy muy fino.
—¿Y cuándo lo eztaz?
—Cuando me meto contigo.
—Poz, hala, zidvaze uzté. Todo zea pod Minizmiztedioz.
—No, hoy no estoy peleón.
—Poz entonsez déhalo aquí, podque pada abudid al pedzonal...
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