El concurso

—Voy a organisad un concudzo.

—¿De qué, de fabadas?

—No, de dizaz.

—¿De risas?

—Zí, de cadcahadaz. Ha, ha, ha y ezo.

—¿Y qué vas a ganar?

—Un dies pod siento, máz el IVA. Todo legal. A vez si lez llegan laz dizaz a quienez lez tienen que llegad.

—¿Y qué vas a hacer con tu porcentaje?

—De momento guadddadlo, nunca ze zabe.

—¿Y cuál va a ser el premio?

—El tío o la tía que gane el concudzo no nesezita pemio alguno. Zi ez capás de deidze hazta hadtadse con la qu’eztá cayendo, ya tiene baztante.

—Vaya un morro que tienes.

—Tampoco cobo la inzquipsión, ni voy a permitid patosinadodez... Oye, podíaz hasedme una güeb.

—Yo no sé hacer páginas web.

—Ni yo concudzoz., Pedo todo ez ponedze. Mida zi no la Cozpedal.

—Aprovechas cualquier excusa.

—A laz puebaz me demito. Zi un zedvisio d’udhensiaz zanitadio no ez dentable, ze dezmantela y punto.

—¿Y eso qué tiene que ver con tu concurso de risas?

—Podque cualquieda que no zea afestado pod eza medida ni zea hondado, tiene qu’eztad padtiéndoze el culo de diza.

—¿Por qué?

—Podque la zegudidá suidadana, pod ehemplo, tampoco ez dentable. Azí que ya zabez lo pózimo. Ademaz hay un pueblo en Caztilla-La Mansha en el que zi te ponez malito pod la noshe, pada asedcadte a udhenziaz, tienez que alehadte del hospital. Zi ezo no zuena a shizte. Como pada que te dediven...

—Así visto, no suena mal lo del concurso. Al menos habrá quien se muera riendo.

—Que no ez lo mizmo que modidze de diza. Pedo ze modidán, zegudo.

—Eso me suena a la anécdota de Cela y un bedel de la Real Academia.

—¿Cuála?

—Este escritor estaba en una sesión de la Academia y parece ser que se le entornaron los ojos; a lo que un bedel se le acercó y le dijo que se estaba durmiendo. Cela abrió los ojos y le aclaró que no es lo mismo estar jodido que jodiendo.

—Poz qué mal hablao.

—¿Quién?

—Sela.

—No, el bedel.

—Nunca eztamoz d’acueddo, ¿eh?

—Es que el gerundio es muy peligroso.

—Y máz cuando desactiven el zedvisio policial.

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