domingo, 20 de enero de 2013

Canción de la esperanza


Hoy dejo en el tintero a Erre C. A.
Hoy me gustaría manchar las cuartillas con borrones de esperanzas, aunque sean añejas. Pero en aquel 1976, Víctor Manuel tenía razón: “Es muy desigual esta partida de ajedrez, ellos tienen votos y el poder”.
Y la sigue teniendo: “Lo difícil es crecer”.
Me pregunto si ha cambiado algo entre mis catorce años y los cincuenta y siete que arrastro. Y no me respondo, sin que ello implique que defiendo lo indefendible: “Con un voto no cambiamos casi nada”.
Después de luchar, en mi modesta medida, por la Libertad, me he dado cuenta de Ella está presa en mi corazón; en el corazón de tanta gente...
Veo a mi hijo atrapado en el mismo sistema del que yo huí. Lo lleva mejor que su padre, acaso sea más maduro que yo. Acaso...
Veo también a mi hija privada del derecho a decidir. Inmersa en una partida de pinball en la que funge de bola. Son golpes por todos lados. Hasta se alegra de tener un trabajo menor, un trabajo de dos horas diarias para sacarse unos euros que yo he renunciado a ganar. Y como ella misma dice: soy una supuesta maestra. Desde luego que es un caso más, y no el peor. Pero estudiar veinte años para eso... Y lo peor, en lo que a mí se refiere, es que yo formé parte de ese entramado, de esa burocracia social y formal: “Estudia hija, si no, te vas a arrepentir”.
Y llegado a la tercera cuartilla, hecho en falta los borrones verdes de los que al principio hablé. Siempre me pasa igual cuando escribo. Me planteo hablar de tal y termino hablando de cual, de lo contrario.
Pero hoy me resisto a tirar la toalla y a renunciar al color verde. Y para ello me voy de Victor Manuel a Joan Manuel: “Hoypuede ser un gran día”. Aunque la diferencia está en el puede, la diferencia y la esperanza.

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