Hoy
dejo en el tintero a Erre C. A.
Hoy
me gustaría manchar las cuartillas con borrones de esperanzas, aunque sean
añejas. Pero en aquel 1976, Víctor Manuel tenía razón: “Es muy desigual esta partida de ajedrez, ellos tienen votos y el poder”.
Y
la sigue teniendo: “Lo difícil es crecer”.
Me
pregunto si ha cambiado algo entre mis catorce años y los cincuenta y siete que
arrastro. Y no me respondo, sin que ello implique que defiendo lo indefendible:
“Con un voto no cambiamos casi nada”.
Después
de luchar, en mi modesta medida, por la Libertad, me he dado cuenta de Ella
está presa en mi corazón; en el corazón de tanta gente...
Veo
a mi hijo atrapado en el mismo sistema del que yo huí. Lo lleva mejor que su
padre, acaso sea más maduro que yo. Acaso...
Veo
también a mi hija privada del derecho a decidir. Inmersa en una partida de pinball en la que funge de bola. Son
golpes por todos lados. Hasta se alegra de tener un trabajo menor, un trabajo de
dos horas diarias para sacarse unos euros que yo he renunciado a ganar. Y como
ella misma dice: soy una supuesta maestra. Desde luego que es un caso más, y no
el peor. Pero estudiar veinte años para eso... Y lo peor, en lo que a mí se
refiere, es que yo formé parte de ese entramado, de esa burocracia social y
formal: “Estudia hija, si no, te vas a arrepentir”.
Y
llegado a la tercera cuartilla, hecho en falta los borrones verdes de los que
al principio hablé. Siempre me pasa igual cuando escribo. Me planteo hablar de
tal y termino hablando de cual, de lo contrario.
Pero hoy
me resisto a tirar la toalla y a renunciar al color verde. Y para ello me voy
de Victor Manuel a Joan Manuel: “Hoypuede ser un gran día”. Aunque la diferencia está en el puede, la diferencia
y la esperanza.
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