domingo, 31 de agosto de 2008

El curro y la dos

—¿Qué, ya se te ha bajado la inflamación?
—No eda ni ezo ziquieda. Fueron tuz zobinoz que se dehadon doz bolaz del huego de la petanca en mi mantita. Y yo, al levantadme y medio dodmido... poz tuve la iluzión de…
—Ya. ¿Y lo de no poder moverte?
—Del zuzto, m’imahino.
—Menos mal, porque andar por la vida con eso entre las piernas y colgando…
—Hay quien lo quee impezsimdible.
—Y hay quien no le da la menor importancia.
—Tiene que habé de todo. La biodivedzidá y todo ezo.
—¡Qué culto!: la biodiversidad…
—Ez que yo zólo veo loz documentalez de la doz y Dedez, del zeñó Punshé.
—Como todo el mundo que se precia. No ves la cara de sueño que llevamos todos los lunes al curro.
—Yo no cudo.
—Era una indirecta.
—Poz ni la he entendido, ni la pienzo entendé. ¿Y tú, a qué hoda entaz a tabahá?
—Sabes perfectamente que lo que yo hago, lo hago en casa.
—¿De quién? Podque yo aquí no veo que hagaz musho.
—¿Te acuerdas de las hostias y el pan frito?
—¡Anda, anda, Mendugo! Ponte a la tuyo que tenez musha tadea pod delante. Yo, zi acazo, te doy animoz, ¿vale?


viernes, 29 de agosto de 2008

La gramática “descomplicada”

Hace año y pico me llegó, no sé si por radio, prensa o televisión, la noticia de la publicación de un libro titulado LA GRAMÁTICA DESCOMPLICADA. Y ahí quedó la cosa, aunque el título me llamara la atención. Hasta que vi a mi hija con él. Habían pasado dos meses. Sabedor de que la palabra “descomplicado, da” no tiene las bendiciones de la RAE me gustó tanto la valentía del autor al colocarla en la portada del libro como el significado que yo le di, sentido que luego resultó coincidir con el de su inventor. Quedamos mi hija y yo en que cuando lo acabara, me lo pasaba. Pero se nos olvidó. Anteayer, buscando algo ligero que llevarme a los ojos y la mente, me di con él. ¿Por qué no?, pensé. Y al cabo de media hora me di cuenta que había descubierto un tesoro; que el disfrute era doble; por lo que leía y por el regalo hallado. En una hora había aprendido más gramática que en cincuenta y tres años. Y no es que me pille el asunto en el mejor momento para aprender, aunque no hay ninguno malo, pero los vicios adquiridos hacen resbalar las normas y al entendimiento, y no digamos la memoria. Y más si uno lee a última hora del día, cuando está más recogido y cansado. ÁLEX GRIJELMO, autor de este libro, aparte de expresarse con una sencillez pasmosa, acaso por recurrir al humor y a la simpatía, no se hace pesado; al contrario, esta obra de divulgación, pseudioensayo o pseudolibrodetexto, es ameno. Según leía, todo lo que conocía y desconocía de la gramática española (el autor opina que es mucho lo que no sabemos que sabemos) iba tomando cuerpo, unidad, se iba vertebrando en normas sencillas. Incluso, después, al escribir me hizo pensar gramaticalmente en lo que escribía, que por otro lado, es algo que busca Álex, según sus propias palabras. Así, siguiendo aquellas normas razonadas y leídas en su libro, antaño aprendidas de memoriata, y que destaca en negrita y dentro de un recuadro, y parándome a pensar un poquitín, he (ha) conseguido que me sea más fácil omitir errores en mis escritos, desalojar de mi cabeza las continuas dudas que me planteaban las palabras y las frases que construyo. es decir, mis ideas Este libro debería ser de obligatoria lectura al menos para todos aquellos que pretendan enseñarnos (a niños y adultos) a conocer y manejar bien nuestro idioma. Desde este humilde blog quiero agradecer a este periodista su DESCOMPLICADA GRAMÁTICA, que quizá haya yo aceptado como palabra de dios por mi incultura y no se halle libre de errores, como así creo. Pero otros, si la envidia no lo impide, serán capaces de corregirlos, si es que los encuentran. Por cierto, está editado por TAURUS, un sello editorial de SANTILLANA. Recomiendo saltarse el índice, que puede marear o preocupar, pero no así los dos prólogos (Introducción Innecesaria pero muy de agradecer, y otra Necesaria, menos grata pero más aclaratoria). Jamás pensé que un texto escrito con la intención de aclarar y enseñar me pudiera parecer tan amable y asequible, tan agradable de leer como un relato de Borges o cualquier obra festiva de Quevedo; siempre salvando las obvias distancias. Y escribo esto, a medio leer el libro citado, a las tres de la madrugada y contento por conocer ya las causas por las que “freíais” lleva acento en la vocal débil y “estáis” en cambio, lo lleva en la fuerte; antes las escribía correctamente, pero no sabía porqué. Y para una persona que no acepta lo que no entiende (grave error), esto es muy importante.


A veces, pensar no es tan malo o Los errores (?)

Uno descubre con los años equivocaciones que no lo fueron, pero que, aplicadas a una vida, devinieron en “qué hubiera pasado si”. Cojamos un ejemplo. En cuarto de bachiller del Plan de 1956 (creo) los estudiantes debíamos definirnos en cuanto a seguir los números (Bachillerato Superior de Ciencias) o las palabras (Bachillerato Superior de Letras). En ese curso alcancé mi récord en cuanto a calificaciones (matrícula de honor de media); récord, por otro lado inmejorable, no como los 9,69 segundos de Usain Bolt en los cien metros lisos que seguro se rebajarán [jeje]. Antes de que recogiera mi libro escolar de notas, tanto la catedrática de Matemáticas (srta. Caballero) como la de Lengua y Literatura (la Rueda), ésta en connivencia con la de Latín (Pilar ?) me llamaron a la sala de profesores y, en un aparte, se despacharon ambas de forma parecida: “Supongo que seguirá usted el camino de las ciencias/letras”. No hice caso a ninguna, no veía yo que hubiera motivos para abandonar una rama, ni tenía yo unos quince años como para ver claro mi ascensión a la copa. Así que me matriculé en el de ciencias sin saber hoy todavía la razón. Lo que aprendí me sirvió tanto para la vida, como para el trabajo que más tarde desarrollaría, aunque los estudios que después eligiera fueran mixtos (Publicidad). Ahora bien, acabé siendo informático, más por casualidad que por vocación o necesidad. También es verdad que nunca me abandonó mi parte humanística, llamémosla así. Quizá de ahí mi gran afición (¿necesidad) a la lectura. Hoy, después de casi cuarenta años de haberme matriculado en la rama de las ciencias, me pregunto qué hubiera pasado de subirme por la otra. ¿Hubiera acabado harto de la informática? ¿Hubiera empezado a escribir antes?, porque a los cincuenta me puse a ello. Y disfruto como nunca de una actividad que creo ingénita, aunque tardía. Aquellas decisiones, que hoy deben tomar mis hijos y los hijos de los demás, nunca sabré si fueron acertadas, sencillamente porque no se vive dos veces. ¿O quizá sí? Acaso hay algunas que nos hacen volver a nacer, sin que, por supuesto, lo sepamos cuando las tomamos. Por eso intento no arrepentirme de las ya tomadas; por ello lo que hoy califico de error, sé que el paso del tiempo puede convertirlo en un acierto; por todo he intentado, e intento, que aquellos sobre los que tengo cierta autoridad moral tomen sus propias decisiones. En definitiva, que he aprendido algo que no sabía saber, y que pensándome he descubierto. A veces, pensar no es tan malo, porque ni a ellos ni a mí nos va tan mal y porque, lejos de doler, pensar puede llegar a gratificar al doliente.

jueves, 28 de agosto de 2008

Los atributos de Erre C.A.

—Mida con lo que m’encontado al levantadme ezta mañana. No me puedo ni mové.
—¿Pero eso qué es, chiquillo? O te has hecho todo un hombre o te has tragado dos bolas de billar —le dije al rano entre sonrisas maliciosas.
—Lo zegundo no ez, podque yo no como bolaz d’ezaz, ni ellaz zon de eztoz colodez.
—Tienes razón, pero te has hecho todo un hombretón superdotado.
—El hombe, que yo nunca zedé, superdotado o no, no lo ez pod tené teztículoz.
—Eso que lo dices tú, porque la sociedad opina de otra forma diferente. Y los científicos también.
—Yo me defedía al todo no al hombetón, zeñó elemento de la zosiedá humana y mashizta. Y como no m’ha zalido pene, zeguidé penzando con mi sedebo. No como otoz.
—¿Qué insinúas?
—Como disez tú, yo no inzinúo, afidmo.

miércoles, 27 de agosto de 2008

El trabajo

—¿Cuando zeaz famozo, me vaz a hasé el mizmo cazo?
—Yo nunca voy a ser famoso, Erre C.A., no me interesa. No te preocupes. Aunque tienes razón, la fama cambia a las personas.
—¿Y pod qué?
—Me imagino que es el ego que eacciona con la vanidad…
—No, que pod qué no vaz a zed famozo. Tenez el mizmo dedesho que cualquieda.
—Pero me faltan las aptitudes y las actitudes. Ni las que a mí me gustaría tener, ni las que me desagradan.
—Yo hablaba del famozeo pozitivo, no del que te otodga contá en la tele loz tapoz zusioz de nadie.
—Yo sólo creía en el trabajo diario. Bueno, aún sigo creyendo. Aunque la palabra trabajo nunca me ha gustado para designar esa actividad humana.
—A mí, ni la palaba ni la astividá. ¿Pedo pod qué no te guzta?
—Porque reconozco en ella una parte de penuria, de sufrimiento. Y yo, de un tiempo a esta parte, intento penar lo menos posible.
—Eztoy d’acueddo, colega. Ez lo que yo llevo hasiendo toda mi vida. Vamoz a selebadlo con una buena comida. ¿Qué te padese?
—¿Qué me va a parecer? Mal.
—Ahí m’haz doto, tío. —¿Qué pensabas sacar? ¿Una comilona a mi costa?
—Dezde luego… ¡Qué matedializta edez! Acueddate de Beiyin: Un mundo, un sueño.¿Dónde eztá tu espíritu guemial de compadtí iluzionez comunez…?
—Desde luego en una olla o en un horno, no. Ni un una frase vacía. Porque si tú y yo celebramos algo con una comilona, lo que tengo claro es que a quien le toca cocinar es a mí.
—Vale. Puez no comemoz y zufimoz huntoz. Pedo ezto me zuena a cultuda hudeo-quiztiana: ¡Todoz a zufí, y azí noz ganademoz el sielo!
—¿Sabes, Erre. C.A.? Eres la polla. Te has ganado una paella.
—Zi ez que en el fonfo, edez un idealizta.


martes, 26 de agosto de 2008

Las culpas

—Menoz mal que han zalido.
—¿El qué?
—Loz doz adoz olímpicoz.
—¿Y cómo?
—Como tú dihizte. Tu shica ez una adtizta. Ademáz m’ha hesho una puezta a punto de shapa.
—Las puesta a punto, que yo sepa, siempre son de motor.
—Ez iguá, quiedo desí que m’ha deparado una mano que tenía shunga, y un pad de puntoz en laz coztudaz pod laz peddedíaz qu m’hased tú con loz impeddiblez. Con lo fásil que zedía pedidme ponte azí o ponte azao,pedo miz pozez nunca zon de tu guzto.
—Cualquiera que te oiga...
—¿Cualquieda que me oiga, qué?
—Que puede pensar mal. Las posturas y eso…
—¿Pod qué ziempe llamaz ezo al secso, Mendugo?
—Me imagino que es la influencia de la cultura judeo-cristiana con la que me educaron.
—De veddad… Ziempe con laz culpaz en la boca y nunca zon tuyaz. Yo queo que ya edez mayodsito como pada pensá pod ti mizmo y habé abandonado loz maloz apendisahez.
—Para eso nunca se es mayor.
—Poz que no te oiga hablá máz de miz maloz astoz. Yo tambén teno defisiensiaz d’educasión.

lunes, 25 de agosto de 2008

La columna olímpica

El sarpullido

—Mira lo que te ha ocurrido por estar todo el santo día pegado a la Uno.
—A la Uno y a la Doz ¿Pedo, qué m’ha pazado?
—Que se te ha deformado la conexión RCA. Mírate el pecho y la tripa. —¡Aybó! ¿Y ahoda qué hago?
—¡Y yo qué sé!
—Poz estamoz buenoz.
—Pídele a mi chica que te descosa los dos aros que te han salido.
—Zí, va a zé lo mehod, podque con un bodadod no van a zalí, ¿veddá?
—Me temo que no.
—¡Hoé, tú, el podé de la tele! Vaya madón. Pada un día que no me pono collá, me zale un zadpudillo olímpico. ¿Tú queez que s´han cabeado loz shinoz pod el cadtel del Tibé?
—Puede ser, pero yo creo que se debe más a la televisión.
—A ved si m’han eshao un mal de oho d’ezoz odientalez.
—Sí, el COI que te ha mirado mal al hacer la vista gorda.
—¿Tú queez?
—Casi estoy seguro.
—Zi ez que a mí loz goddoz no ze me dan bien.
—Ya, los gordos... Pues a mí, ¿sabes qué se me da bien?
—Nada.
—Te equivocas. Bordo el ahogamiento de ranos faltones.
—Oye, que yo me defedía a loz pesez goddoz.



domingo, 24 de agosto de 2008

Estoy mayor, lo reconozco

¿No te pinchas cuando te clavas eso en el cuello?
—Zoy de tapo, decuedda.
—Perdona, pero entenderás que me cueste asumirlo.
—¿Qué tenez c’azumí?
—Que seas un muñeco y te trate como a una persona.
—Ezo ez lo que tú disez.
—¿El qué, que seas un muñeco?
—No, lo oto, que me tataz como una pedzona.
—¡Vaya que no!
—¿Tú tataz a toda la hente como a mí mizmo?
—Más o menos.
—¿Y te vuelven a hablá?
—No toda, graciosín.
—Poz yo queo que me pinshaz máz que eztoz alfidedez de tu shica. Toma, pueba tú, a ved zi tenemoz zuedte.
—Y me desangro, ¿no?
—Yo, podque eztéz máz asicalado, zoy capá de cualquied coza.
—Hasta de matarme, ¿no?
—No, hombe, no. ¿Cómo iba yo a ezpudgad miz pecadoz zin ti?
—Si eso es lo que quieres, te puedo conseguir un cilicio.
—¿Un silisio? ¿Y ezo que ez lo que ez?
—Una correa con pinchos por dentro para abrocharla alrededor del muslo, por ejemplo.
—Tú eztáz tonto, Mendugo. M’acabaz de peguntá que zi no me pinsho con el alfiled y ahoda me zalez con éztaz. Tú eztáz mayó, pedo que muy mayó, tío.

sábado, 23 de agosto de 2008

Del coro al caño...

—¿Haz vizto a tu shica?
—No. He subido directamente del garaje. Vengo cargado de la compra.
—Dise que Intedné se ha caído.
—¿Y se ha hecho daño?
—No lo zé. Y no matez al mensahedo, como hasez ziempe.
—Pues habrá que llamar a Atención al Cliente. O lo que es lo mismo: ¡¡¡Cuidado con el cliente!!!
—¿Y pod qué no la llevamoz mehod a Udhensiaz?
—Porque las urgencias de un hospital hay que saber usarlas, Erre C.A. Si no, luego pasa lo que pasa. Y, además, nos van a hacer esperar lo mismo unos que otros.
—¿La tarifa eza que tenez ze llama plana podque pienza tanto como yo?
—No. Lo tuyo no es una tarifa, es más un gravamen y se llama encefalograma plano. Lo de las telefónicas es una tarifa por parte de un servicio del que las compañías se hacen responsable sólo cuando funcionan las líneas. Y no siempre.
—Zi quiedez esho un viztaso al modem. Yo conosí a una gasela que se llamaba igual.
—¿Una gacela con el mismo nombre que un modem?
—Zí, Thomzon. La gasela thomzon vive en el Zedengueti.
—Espera.
—Ezpedo.
—No. Que… Buffff. Contigo no sé que me pasa, empiezo a hablar de tocino, y acabamos discutiendo de la velocidad. Venga, déjame que voy a llamar al servicio técnico.
—Poz que Dioz te coha confezado. Y ahoda ezpeda tú que me bahe al hardín con tu shica. La última ves que llamazte pod un poblema cazi me ahogaz con el cable del teléfono. Zuedte, mushasho.

Idos a la mierda

Es simple pero inestable: la Vida es un derecho para quien la tiene. Nadie, absolutamente nadie, es quien para arrebatártela. Su ausencia, para quien sigue con la suya, es el vacío que jamás se rellena. Pero todos comerciamos con la vida o con su falta. Todos descendemos del mismo tronco fenicio. La muerte ajena, y por extensión el dolor que causa, vende. Y vende más que cualquier otro argumento de mercadotecnia. Y es esa misma muerta ajena, aquélla que a unos destroza y mutila, y a otros, sobre todo en masa, nos encoge el corazón de la que hablo. Dad la noticia, ampliadla si acaso, pero no nos enganchéis a vuestras cadenas con un regodeo en el sufrimiento ajeno. Sabéis que en estos casos siempre respondemos. Ver cómo una periodista (?) pregunta cinco veces seguidas, yendo de una boca a otra: “¿Y usted ha quién ha perdido?”, no es servir a nuestro derecho de información, es rellenar un hueco entre una tira publicitaria y otra. Dejad a la gente con su dolor, y no nos lo sirváis en bandeja de prime time. Al fin y al cabo, en cuanto España (?) gane otra medalla en los Juegos Olímpicos pro derechos humanos, la alegría nacional sofocará el encogimiento de los corazones y estará justificado el cambio de guión. Perdonadme, pero idos a la mierda, y en señal de duelo dejad de emitir lamentos comerciales y ondead a media asta vuestras emisiones. Y eso que los jueces, por una vez, han impedido desgranar en fotogramas la muerte concentrada e íntima. Y hablando de culpables, yo el primero, que en este caso vendo consejos y para mí sí tengo.

Hoy toca química (27)

27ª entega, ¡hip!, duodésima de loz, ¡hip!, Latánido: Erbio. O ez Ebio, ¡hip!, o Ebdio...
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viernes, 22 de agosto de 2008

Palabras con vocación impropia (43ª)

Cuadragésimo tercera entrega, del prefijo dar- y otros.

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damil. adj. ant. Perteneciente o relativo a las damas. […].
damil. m. adj. Generoso.
ej.: Esta máquina de snacks es muy generosa, da mil por uno. O está estropeada.
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danaide. (Del lat. Danaides, y este del gr. Δαναΐδες). f. Mit. Cada una de las 50 hijas de Danao, de las que 49 mataron a sus maridos la noche de bodas y fueron condenadas en el Hades a llenar de agua un tonel agujereado. […].
danaide. rural. Agarrado, avaro, que no se le escapa nada aunque este agujereado como un tonel.
ej.: Mi abuelo, sin ir más lejos, aunque en él no fuera un defecto sino una característica porque era catalán.
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dardo. (Del fr. dard, y este del franco *darod; cf. ingl. ant. darodh) m. Arma arrojadiza, semejante a una lanza pequeña y delgada, que se tira con la mano. […].
dardo. f. Entregar lo máximo, ofrecer el do de pecho.
Josep Carreras, lo dio ante su enfermedad y ahora con su fundación.
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dársena. (Del ár. hisp. *ãdár aṣṣán‘a, este de dár aṣṣiná‘a, y este del ár. clás. dār aṣṣinā‘ah, casa de la industria). f. En aguas navegables, parte resguardada artificialmente para surgidero o para la cómoda carga y descarga de embarcaciones.
dársena. f. Aguador parisién entre el medievo y principios del siglo XX.
ej.: Honorato de Balzac lo fue en 1816 al llegar a París.
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débilmente. adv. m. Con poca fuerza o energía física o moral.
débilmente. com. Generoso con malas intenciones y flojo de moral (tres palabras).
ej.: Judas cuando dio un beso a un tal Jesús, se lo dio vilmente y luego se ahorcó.
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decadencia. (Del lat. praecox, -ōcis). adj. Dicho de un fruto: Temprano, prematuro. […].
decadencia. m. Con cadencia diez.
ej.: Mi hijo cuando lloraba de pequeño, que lo hacía cada diez minutos.
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decano, na. (Del lat. decānus). m. y f. Miembro más antiguo de una comunidad, cuerpo, junta, etc. U. t. c. adj. […].
decano, na. m. Con antecedentes canosos en la familia.
ej.: Mi madre y yo somos de canas, ella en la residencia y yo en casa.
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décima. (Del lat. decĭmus). adj. Que sigue inmediatamente en orden al o a lo noveno. […].
decima. m. y f. Nacidos en lo más alto de un monte.
ej.: Un amigo mío de Vallecas, que nació en casa de sus padres que vivían en el último número de la calle Monte Igueldo.
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dedolar. (Del lat. dedolāre). tr. Med. Cortar oblicuamente alguna parte del cuerpo.
dédolar. adj. Dadivoso estadounidense.
ej.: John Davison Rockefeller no era de dólar fácil.
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degüella. (De degollar). f. Pena de degüello que se imponía al ganado por entrar en cotos vedados. […].
degüella. Acto voluntario de cumplimentar la ficha policial con la yema de los dedos.
ej.: En la época franquista era muy común.
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jueves, 21 de agosto de 2008

Las olimpiadas

—¿Tú no vaz a laz Olimpiadaz?
—¿Cómo voy a ir a las Olimpiadas? —me quejé—. Me ves pinta de atleta, ¿o te estás quedando conmigo?
—Ni la una coza ni la ota. D’ezpestadó.
—Anda que ando sobrado de euros…
—Poz habedte apuntao de voluntadio.
—Tú estás mal de la azotea. ¿Me ves cara chino?
—No, pedo daz la altuda.
—¿Y tú, muñeco de mierda, por qué no te presentaste al concurso de mascotas olímpicas? —Podque no quiedo que nadie me manipule. Todo el mundo proteztando pod lo del Tibé y los dedeshoz humanoz y mida, ze ha apuntado a la sedemonia inaugudal hazta aquelloz que loz dedaztadon. Todo ez política económica.
—¡Eh! —le advertí—. En esta casa está prohibido incluso pensar de política.
—Poz eztamoz apañaoz… No he ido a Shina podque eztá todo pohibido, hazta pensá libemente, y me zalez ahoda con eztaz. Dezde luego, a loz hombez y a loz shinoz no hay quien oz entienda…

Progreso y alto precio

miércoles, 20 de agosto de 2008

¡Oé oé oé oé, oé oé!

Después de casi diez días de intenso trabajo de ya.com vuelvemos a tener línea ADSL en casa. Quiero agradecerle a esta organización; a su dirección; a su servicio al cliente (?); a sus telecos e informáticos (?); a sus técnicos, incluso se nos dijo que uno nos visitaría, pero no hemos tenido ese honor; a los administrativos(1); a los del servicio de limpieza; repetimos, a todos los trabajadores de ya.com , queremos agradecerles el interés, los esfuerzos y la abnegación en su trabajo (hay algunos servicios que están activos las 24 horas). En un principio se nos asignó un localizador de avería, pero de tanto usarlo se borró o desgastó (¡Ah! Ya han dado aviso antes! ¡Pues no consta!). Dado un nuevo localizador, que no conocemos (para qué sirve un localizador si al que hay que localizar está localizado?), se pusieron a ello (Ya se pondrán en contacto con usted). Y por fin, hoy , 20 de agosto, a las 21:00 horas, así, como el que no quiere la cosa, uno de la familia ha mirado el modem: "Oye, que la línea parece que está activa", "A ver... Sí, sí. Oé oé oé oé, oé oé!". Hasta el rano se ha alegrado, y dando un salto propio de un tal Gasol, Erre C.A. y yo hemos chocado las manos. Como estábamos tan contentos lo hemos repetido a cámara lenta, que en relidad es cámara rápida. Y éste es el momento en el que nuestras manos se han tocado:
Como el jodío es de trapo no ha sonado la palmada, que por otro lado viste mucho estos momentos, pero a falta de ello hemos cantado el Oé Oé Oé hasta quedarnos afónicos. Yo, que me había quedado colgado buscando información sobre la gacela thomson (no me acuerdo ya para qué) he quemado la Larousse, y él, Erre C.A., en un gesto que le honra, se ha meado sobre los volúmenes en llamas y me ha preguntado sobre mis antepasados en la Iglesia Católica. Una vez pasada la euforia hemos rezado un rosario por el staff de ya.com: Gracias en nombre de toda mi familia, señores de ya.com, por algo eligieron ustedes su nombre: ustedes solucionan nuestros problemas, que son sus averías, YA, de inmediato, y volvemos a tener Internet en casa (como nosotros decimos).





(1) Este agradecimiento está condicionado a la devolución que debería corresponder a nuestro pago mensual y de llamadas al 902, porque, que nosotros sepamos, nuestra instalación casera no es la responsable ni de la avería ni del poco tiempo tardado en subsanarla.

lunes, 11 de agosto de 2008

Problemas técnicos

Debido a problemas técnicos (por evitar palabras malsonantes contra las empresas de telecomunicaciones) tendremos que esperar para conocerlas nuevas aventuras de R.C.A. y demás desbarros (2) de Mendrugo.

Saludos pa tós

jueves, 7 de agosto de 2008

El calor y los precios

Te veo hodido.
—El calor y los precios.
—Si fuedaz de tapo como yo no t’afestadían ezaz cozaz. Mida, toca, tócame la tipa... —Ya sé que eres de trapo. Pero si mi abuela tuviera ruedas…
—¿Tenez abuelaz? —se sorprendió Erre C.A.
—No. Es un decir.
—Ya desía yo que con tu edá... Pedo no entiendo lo de laz duedaz.
—Que si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta.
—Poz mi pade s’enamodó de un botiho antez de conosed a mi made.
—Eso ya lo sé. Incluso escribí sobre ello. Creo que lo titulé Giuseppe enamorado.
—¿Edáiz muy amigoz?
—La verdad es que no lo sé. No hubo mucho tiempo como para darse cuenta de nada.
—¿Y cómo oz conosizteiz?
—Yo le conocí en otro blog amigo. Él me conoció porque yo quise, porque me gustó y porque me dio pena la operación que le hicieron y que fue colgada de ese blog que te digo, Mundo Picho. Mira, pulsa aquí y la verás.
—¡Vaya cadnisedía, tío!
—No opino yo lo mismo, al fin y al cabo, le salvaron la vida. Aunque luego le dieron por muerto.
—Lo que yo te diga. ¿Viendo ezto te ziguen peocupando el caló y loz pesioz?
—Lo cortes no quita lo valiente.
—Hoy no t’entiendo. Va a zé veddá que el caló t’afesta a la molleda.
—Y los precios al bolsillo.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Mi madre

A mi madre (y contra sus hijos)


—¿Tú tenez made, Mendugo?
—No, he salido de un huevo, no te jodes.
—¡Qué dado¡
—Y tú qué tonto. Pues claro que tengo madre. Se llama Juana.
—Y sedá muy mayodzita, ¿no?
—Lo es.
—Clado, viéndote a ti. ¿Y tenez hedmanoz?
—Actualmente no, pero mi madre tuvo cuatro hijos.
—Lo ziento, shavalote.
—Yo también, pero no se han muerto si es ese el motivo por el que lo sientes.
—Entonsez tiene cuato hihoz, no “tuvo” cuato hihoz —intentó corregirme el rano.
—No, porque por sus actos, omisiones y circunstancias, prácticamente han renunciado al parentesco.
—Poz ahoda zí que lo entiendo y lo ziento, tío.
—Más lo siente ella. Aunque te advierto que tiene sus mecanismos de defensa. Por ejemplo, cuando habla de sus hijos habla de tres, uno se le ha olvidado ya.
—¿Y cómo ze le puede olvidá a una made un hiho?
—Ya ves… Yo me pregunto lo contrario: ¿Cómo se le puede olvidar a un hijo una madre?
—Vaya dilema, ¿no?
—Una realidad, por dura que sea, nunca es un dilema, Erre C.A.
—Zabez, yo nunca olvidadé a mi made, aunque zea una camella.
—Tú es que eres un muñeco.
—¿Pod qué no me llevaz un día a vizitadla? —Porque va a pensar que quien tiene la cabeza echada a pájaros soy yo.
—Pedo zi no hablo y m’eztoy quieto... A lo mehod la guzto y la degalo un poco de aleguía, ¿no?
—Correré el riesgo. El domingo por la mañana estate preparado. Pero si te invita a quedarte con ella no aceptes.
—¿Cómo cosina?
—Mil veces mejor que yo.
—¿Y disez que me puede invitad a quedadme con ella?
—Sí, pero para tu interesada información, ya no guisa.
—Ah..., pedo que zepaz que a mi no me guzta sé un eztodbo pada nadie.
—A mi tampoco me gusta el calor del verano, pero es irremediable.
—No compadez, hombe.
—No comparo, afirmo que a ti no te gusta estorbar igual que a mí no me gustan los calores, pero ambas cosas son una realidad. ¿Ves lo que te decía de los dilemas? A mí si me dieran a elegir, elegiría el verano.
—Poz ezo ez lo que hasez, ved dano.
—Ja, qué chispa. De mayor mechero.

martes, 5 de agosto de 2008

El cuaderno y el postre

Mendugo.
—¿Qué?
—Me guzta ezte cuadedno.
—Ni lo toques, que te temo. Trae. Me lo he hecho yo con… —Vale, shaval. Toma, toma. Pedo yo zólo desía que me guztaba. No hase falta que me cuentez tu vida, ni que t’endollez como una pedziana.
—Oye, me limitaba a contestar tu pregunta.
—Y a quitadmelo. Pedo yo no te he peguntado nada. He comentado que me guzta el cuadedno. Un poco adcaico o infantil, pedo ez bonito.
—Eres un borde y un antipático.
—Y tú, a padte de un tiquizmiqui y de tené inztintoz azezinoz, edez un pezumido de miedda. Te digo que ez guapa la libeta y tú quiedez colocadme una batallita.
—Serás exagerado. Solamente pretendía decirte que…
—Lo vez. Y’aztáz ota ves. Que zi labuela fuma, que zi yo desiclo papel, que zi yo teno una máquina pada hasé aguhedoz, que zi yo teno gusanilloz de alambe… Que zi yo, que zi yo... ¿Tú pienzaz qu’eztoy siego? Poz no. M’hadto de ved laz shodadaz que hasez todoz loz díaz. A zegá te mandaba yo.
—Estás perdiendo un postre y ganando un baño —le advertí—, que por otra parte, falta te hace.
—Poz lo que te desía, que tenez un cuadedno muy shulo. ¿Y cómo te l’haz hesho?, podque te l’haz hesho tú zolito, ¿no? Cuenta, cuenta. Pedo antez dime que hay de pozte.
—Para ti hostias y pan frito.
—Mía tú que bien, hoy pozte nuevo. A ved con qué noz zodpende el Fednán Adiá ezte.


lunes, 4 de agosto de 2008

Mentiras

—Ayer discutí con mi chica por tu culpa.
—Y’aztamoz con laz culpaz d’Edesea.
—Es que me mentiste.
—Yo no miento… —le miré fijamente y continuó en un tono más quedo—. Zi no hay nesezidá.
—Me dijiste que ella te había dado permiso para usar sus collares siempre que no los chuparas.
—Y ez siedto —elevó el tono.
—No sólo se miente por acción, también por omisión.
—¿Y ezo?
—Y eso es que no me dijiste que tampoco te dejaba usar los de oro, por ejemplo.
—Ez que yo no diztingo el odo.
—¿Ni las perlas?
—Ni laz pedlaz. Yo queía qu’edan dedondaz y blancaz, y dezulta que no, que laz hay de otoz colodez y fodmaz.
—¿Y por qué lo sabes, si no las reconoces?
—Podque me pilló con uno y del zuzto que me dio rompí el siede, y me diho qu’eda muy cado y que no tocada loz buenoz. Y que te pidieda pedmizo a ti.
—¿Y me lo dices ahora?
—Lo haz disho tú. Yo zólo confidmo tu impezión. Y ella no diho que te lo diheda, y pada mí zuz dezeoz zon oddenez.
—Mi impresión, mi impresión… Impresión la que vas a tener tú cuando salgas por la ventana.
—¿Y quién me va a tidá?
—Yo mismo.
—¿Tú?
—Sí. Ven aquí.
Intenté asirle, pero Erre C.A. salió de la habitación como una exhalación y mientras gritaba:
—¿Tú y cuántoz como tú?
No me dio tiempo a ver por dónde se las piró. Pero tampoco me preocupé, sabía que a la hora de comer aparecería como si nada hubiera pasado, que en el fondo es lo que había pasado.

domingo, 3 de agosto de 2008

Las tres patas del banco

Estoy algo molesto contigo, y eso que esta vez no tienes culpa ninguna.
—A ved zi lo entiendo. Yo no he hesho nada, como ziempe, pedo teno la culpa, como ziempe tambén.
—Así es.
—Ya. Pedo ezo no ez nuevo. Ez lo que viene acudiendo ente tú y yo dezde hase musho. Zin id máz lehoz: ¿t’acueddaz de la siztedna? Puez yo…
—Vale, vale. Con creces he pagado el malentendido.
—Me callo, podque zin hased nada ya me husgaz culpable…
—Te explico. Yo empecé este glog escribiendo sobre todo. Colgaba chistes, ocurrencias, cuentos, etcétera; pero de un tiempo a esta parte, tu figura ha monopolizado Minismisterios. Por eso estoy un poco molesto.
—Acabadamoz, Mendugo. Tenez seloz. El insipiente esquitó zupedado pod un dano, zimpático, pedo al fin y a la pozte un inzinificante dano.
—Tu ego sólo es equiparable a tu hambre.
—Ez que zoy un vadón adolezsente.
—Pues al comer y a la vanagloria solamente falta añadirle la tercera pata del banco.
—¿Cuál?
—El sexo.
—¿M’eztáz peguntando pod mi vida seczual? —me preguntó con un aire incrédulo—. Zedáz cotilla…
—Oye, eso te lo has inventado. Yo lo que quería hacerte notar es que si de hambre y ego vas sobrado, de lo otro…
—De lo oto, ¿qué?
—Nada, que no te veo yo ir por la vida como un gallo por un gallinero, tal como corresponde a la edad que dices tener. —Podque yo no teno quezta, tengo ancaz. Y, ademáz, mi vida pivada ez mía. Pobe, pedo hondao.
—Eso me temo, que es sólo tuya —quise ser ocurrente.
—C’agudo, el mushasho. Pedo no pienzo zoltá penda sobe eze azunto aunque me tidez de la lengua. Uno ez un caballedo —ahora sí le asomó a Erre C.A. el flequillo de la adolescencia y la cola de pavo.
—Ya... Uno un caballero y el otro un rano.
—Oye —cambió de conversación sin hacer caso de mi encubierta ironía—. ¿Pod qué no me metez ota ves en la siztedna?
—¿Pero no dices que casi te ahogo?
—Ya, pedo el zuflé eztaba dico dico.
—Vaya obsesión. Si lo sé te compenso con un bocadillo.
—No hubieda zido lo mizmo.
—Anda, vete a freír monas.
—Dezde luego tú no ibaz pa soólogo, Mendugo.

viernes, 1 de agosto de 2008

Palabras con vocación impropia (42ª)

Para que no se olvide esta sección, ahí va la cuadragésimo segunda entrega, del prefijo pre-.

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preciosura. f. coloq. Persona o cosa bonita.
preciosura. m. Acto de la usura a través de los precios.
ej.: Las hipotecas, la gasolina, el besugo en Navidad...
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presilla. (Del diminutivo de presa). f. Cordón pequeño con forma de anilla que se cose al borde de una prenda para pasar por él un botón, un corchete, un broche, etc. […].
presilla. f. Conjunto de maderos que van a convertirse en una silla (o sillón o poltrona) por manipulación humana.
ej.: Muchos políticos hacen presilla.
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presentalla. f. Ofrenda de los fieles a Dios o a los santos por un beneficio.
presentalla. f. Medida de los años 1940 ó 1950 para vestidos, blusas y faldas que puso de moda la Presen, una vecina mía con muy buen tipo.
ej.: (Me he quedado en blanco, pero creo que la talla de mi madre era eso, por lo menos ella presume de presentalla en su época).
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prestación. (Del lat. praestatĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de prestar. […].
prestación. f. Zona de vías que precede a la estación propiamente dicha.
ej.: La primavera es la prestación del verano.
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preocupación. (Del lat. praeoccupatĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de preocupar o preocuparse.
preocupación. f. Espacio de tiempo usado en trabajar pero cobrando lo mínimo o nada. Antiguamente era el periodo que el aprendiz echaba hasta conocer un oficio.
ej.: Los becarios se preocupan mucho, luego, ya mileuristas, se suicidan.
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precoz. (Del lat. praecox, -ōcis). adj. Dicho de un fruto: Temprano, prematuro. […].
precoz. m. Gesto que los cuadrúpedos y bípedos realizan antes de soltar la coz.
ej.: Mira, el ministro de Economía está en posición precoz. Más vale que nos pongamos a cubierto.
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prebendar. tr. Conferir prebenda a alguien. […].
prebendar. tr. Preparar un miembro u otra zona del cuerpo para recibir una venda.
ej.: La sociedad mundial a partir del momento de conocerse la sede de los próximos juegos olímpicos, y en particular los miembros del Coi se prebendaron los ojos.
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premio. (Del lat. praemīum). m. Recompensa, galardón o remuneración que se da por algún mérito o servicio. […].
premío. m. Aquello que estamos a punto de poseer.
ej.: En el 2007 agujeros y telarañas en los bolsillos fue mi premío.
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premir. (Del lat. serrāgo, -ĭnis). tr. desus. Oprimir, apretar.
premir. amb. Estudiante de medicina antes de aprobar el MIR.
ej.: Juan Pedro, un amigo mío, lo fue. Ahora se ha quitado el pre.
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pretender. (Del lat. praetendĕre). tr. Querer ser o conseguir algo. […].
pretender. tr. Sacar la ropa húmeda de la lavadora.
ej.: Los varones, por lo general, pretenden poco.
..............................................................xD.