… —Y’aztamoz con laz culpaz d’Edesea.
… —Es que me mentiste.
… —Yo no miento… —le miré fijamente y continuó en un tono más quedo—. Zi no hay nesezidá.
… —Me dijiste que ella te había dado permiso para usar sus collares siempre que no los chuparas.
… —Y ez siedto —elevó el tono.
… —No sólo se miente por acción, también por omisión.
… —¿Y ezo?
… —Y eso es que no me dijiste que tampoco te dejaba usar los de oro, por ejemplo.
… —Ez que yo no diztingo el odo.
… —¿Ni las perlas?
… —Ni laz pedlaz. Yo queía qu’edan dedondaz y blancaz, y dezulta que no, que laz hay de otoz colodez y fodmaz.
… —¿Y por qué lo sabes, si no las reconoces?
… —Podque me pilló con uno y del zuzto que me dio rompí el siede, y me diho qu’eda muy cado y que no tocada loz buenoz. Y que te pidieda pedmizo a ti.
… —¿Y me lo dices ahora?
… —Lo haz disho tú. Yo zólo confidmo tu impezión. Y ella no diho que te lo diheda, y pada mí zuz dezeoz zon oddenez.
… —Mi impresión, mi impresión… Impresión la que vas a tener tú cuando salgas por la ventana.
… —¿Y quién me va a tidá?
… —Yo mismo.
… —¿Tú?
… —Sí. Ven aquí.
… Intenté asirle, pero Erre C.A. salió de la habitación como una exhalación y mientras gritaba:
… —¿Tú y cuántoz como tú?
… No me dio tiempo a ver por dónde se las piró. Pero tampoco me preocupé, sabía que a la hora de comer aparecería como si nada hubiera pasado, que en el fondo es lo que había pasado.
… —Es que me mentiste.
… —Yo no miento… —le miré fijamente y continuó en un tono más quedo—. Zi no hay nesezidá.
… —Me dijiste que ella te había dado permiso para usar sus collares siempre que no los chuparas.
… —Y ez siedto —elevó el tono.
… —No sólo se miente por acción, también por omisión.
… —¿Y ezo?
… —Y eso es que no me dijiste que tampoco te dejaba usar los de oro, por ejemplo.
… —Ez que yo no diztingo el odo.
… —¿Ni las perlas?
… —Ni laz pedlaz. Yo queía qu’edan dedondaz y blancaz, y dezulta que no, que laz hay de otoz colodez y fodmaz.
… —¿Y por qué lo sabes, si no las reconoces?
… —Podque me pilló con uno y del zuzto que me dio rompí el siede, y me diho qu’eda muy cado y que no tocada loz buenoz. Y que te pidieda pedmizo a ti.
… —¿Y me lo dices ahora?
… —Lo haz disho tú. Yo zólo confidmo tu impezión. Y ella no diho que te lo diheda, y pada mí zuz dezeoz zon oddenez.
… —Mi impresión, mi impresión… Impresión la que vas a tener tú cuando salgas por la ventana.
… —¿Y quién me va a tidá?
… —Yo mismo.
… —¿Tú?
… —Sí. Ven aquí.
… Intenté asirle, pero Erre C.A. salió de la habitación como una exhalación y mientras gritaba:
… —¿Tú y cuántoz como tú?
… No me dio tiempo a ver por dónde se las piró. Pero tampoco me preocupé, sabía que a la hora de comer aparecería como si nada hubiera pasado, que en el fondo es lo que había pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario