miércoles, 9 de abril de 2008

Ventanas

Hay una inmensidad de ventanas. Unas nos acechan, por otras nos asomamos. A unas vestimos y por otras desnudamos aquello que no vemos. Troneras, saeteras, ajimeces, celajes, vidrieras, ventanales, ventanillas, ventanucos, ventanos, balcones, miradores, claraboyas, tragaluces, lumbreras, luceras, ojos de buey, rosetones por los que se cuela la luz, el frío, la humedad; por donde se van nuestras esperanzas, nuestros temores y por donde observamos los universos. Por ellas circulan los saludos, las miradas, las brisas del día a día, las corrientes que mueven pensamientos, apreciaciones y chismorreos. Una ventana no requiere movilidad para transportarnos, ni siquiera ser transparente, basta con que esté; son como el cariño. Las ventanas nos invitan, nos acercan, nos airean, nos traen olores y sonidos, pestes y aromas, melodías y ruidos. Ventanas son por lo que esconden, ventanas son por lo que descubren. Ventanas con barrotes impiden libertades, ventanas con cortinas esconden infamias y amores, ventanas para el escalo, ventanas para simular, ventanas por las que arrojarse, por las que escupir, por las que admirar un interior o un exterior; ventanas de dos caras, como las monedas. Ventanas para escapar, ventanas para colarse, para husmear, ventanas de la vida, de la muerte, de la espera. Ventanas que nunca se cierran, que jamás se abren. Ventanas donde pedir, donde tramitar, ventanas donde implorar. Ventanas, vacíos llenos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno... nos ha encantado.