domingo, 27 de abril de 2008

Tristeza


—Te veo cabizbajo.
—Ez que hoy, no zé podqué, esho de menoz a loz míoz.
—Ese es un sentimiento que te honra.
—Poz hondadze uno, no debedía doled.
—Tienes razón. En esta jodida cultura parece como si el dolor debiera ir anexo a la admiración.
—Pedo, tú tamén eztáz mu zedio.
—No me agrada verte así.
—No te peocupez, todo paza.
—Y todo queda.
—Pon a Zedat, a ved zi noz alegamoz un poco.
—Prefiero hablar contigo.
—¡Hombe! Mushaz gasiaz. Yo queo quez el pimed pidopo que me dedicaz, Mendugo.
—No te acostumbres, rano de pacotilla.
—Mañana tayudo con la comida.
—¿Cómo?
—De la única maneda que zé. Comiéndola.
—Pues mañana iba a hacer hostias con pan frito.
—Vale, pada ti laz hoztiaz y pada mí el pan fito.

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