martes, 29 de abril de 2008

Penes

—¿Oye, todoz loz vadonez de tu ezpesie le ponen nombe popio a zu atibuto zecsual?
—No conozco a nadie, aunque en las películas y telefilmes, de vez en cuando, se oye. Yo desde luego nunca lo he hecho. A mí me bautizaron de un tirón, y no por partes.
—¿Y pod qué no me ayudaz a buzcá uno pada el mío?
—Mira, coleguita —le advertí al rano—, tengo mejores cosas que hacer que buscarle un mote a tu penito.
—¿Cadiño o manitú?
—¿Cómo que cariño o magnitud?
—Zí, ¿que zi el diminutivo que haz empleao ez una forma de medí o una ecspezión de cadiño?
..-—Cariño ­—le mentí.
—Ah, güeno.—Aun así ­—me agaché y le miré la entrepierna—, yo sólo veo una etiqueta. ¿Pero, no me dirás que tú eres uno de esos que miden a los hombres por centímetros penales?
—Ezto ya lo hemoz habao, compañedo. Vamoz, me padese a mí. Ez un topicaso que me zaca de quisio.
—Otro que la tiene pequeña. Bienvenido al club, Erre C.A.
—Pedo qué inculto edes, Mendugo. Y qué vulgad. El tamaño del pito en los anudos no tene la menod impodtansia. A mí no ze me ocudidía meted mi tesodo en ningún zitio, como haséiz loz hombez. Nozotos, loz danoz, tenemoz una zecsualidá ecstedna. Ademáz, ellaz, laz féminaz, zon máz gandez que nozotoz. Pod ezo no tenemoz coitoz, tenemoz amplecsoz.
—¿Amplexos?
—Zí, amplecsoz.
—¿Y qué es un amplexo?
—En vuezto mundo ez un abaso, poéticamente habando. Ente loz míoz ez el acopamiento zecsual.
—Mira, nunca te acostarás sin saber una cosa más.
—¡Andá! ­—gritó Erre C.A. a la vez que daba un salto.
—Vaya susto me has dado.
—Ez que ze me acaba docudí un nombe pada mi cozita.
—Me alegro. ¿Cuál?
—Menduguito.
—Ponle mejor colín —defendí mi apodo venido a menos.
Estuvo una hora sin hablarme, que, aunque no parezca mucho tiempo, fue un récord, pues el anterior estaba en treinta y cinco minutos.

No hay comentarios: