La vuelta al mundo

El del viaje a ninguna parte

—Te veo muy abstraído.

—Ez que eztoy penzando.

—¿Y qué piensas?

—En dar la vuelta al mundo.

—Gran idea.

—Ya lo zé.

—Conocerás otras culturas y otras...

—No me haz entendido —me cortó Erre C. A., pero yo seguí a lo mío.

—Y descansaríamnos una temporada uno del otro. Y...

—Que no, que no te entedaz, Mendugo. Que lo que yo quiedo ez dadle la vuelta, que el Polo Nodte ezté abaho y el Zud adiba. Pada un viahe no tengo dinedo.

—Ni fuerza para lo otro.

—Pedo tengo influensiaz.

—¿En qué influyes tú, si se puede saber?

—Pod yo fodmo padte del ecoziztema.

—Tú de lo único que has formado parte es de un escaparate de muñecos.

—Ya estamos con que l'agüela fuma. El hombe, el dey de la queasión...

—No pretendía ofenderte, lo siento. ¿Y cómo piensas hacerlo?

—Ezo ez lo qu’eztaba penzando pesizamente cuando haz entado.

—Pues, hala, sigue. No quiero interrumpir las cavilaciones de un genio.

—Zí, tú con tal de que me calle... O de que me vaya... No queaz que Ede Se A no ze ha pedcatado. Dezcanzad uno del oto...

—No. Me había alegrado de tu falsa decisión de hacer un viaje.

—Pada ezo me fumo un podo, qu’ez máz badato.

—Pero menos enriquecedor.

—Depende de con quien te lo fumez. Mida Hozé Madía. Éze ze fumo un pudo con una sedvesita en laz manoz, loz piez en alto y en buena compañía, y tiene dezuelto el futudo.

—No había caído yo en eso.

—Pienza un poco tú —me rogó el rano—, a ved zi ze te ocude algo pada dad la vuelta al mundo.

—Como no le pongas la zancadilla...

—Te he pedido que penzadaz, no que dihedaz tontedíaz.

—Si no las pensaras tú.

—A ti lo que te da envidia ez que ze me ocudan poyestoz ambisiozoz.

—Si tú supieras las veces que me he planteado dar la vuelta a las cosas, no te lo creerías.

—Zi te hago el mizmo cazo que me hasez tú, zegudo. Una sancadilla... A quién ze le ocude, una sancadilla... Adquímedez, éze zí que tuvo una buena idea con la palanca. Una sancadilla...

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