jueves, 22 de marzo de 2012

Cincuenta euros


—Le voy a compá a mi pade un molinillo de pimienta.
—No te lo tomes a mal, pero tu padre lleva tiempo desaparecido y no cocinaba.
—Ya, pedo yo zoy un buen hiho.
—No tiene sentido regalar algo a una persona que no está.
—¿Y zi vuelve?
—Bastante regalo será su vuelta.
—Cómo ze nota que no zabez de qué va la vaina, Mendugo. La mente nesecita poned puntoz finalez, zi no, la ezpedansa se conviedte en una todtuda.
—¿Sigues pensando que tu padre está vivo?
—No, no lo pienzo. Lo dezeo. Y eze dezeo le tengo clavado en el codasón. ¿Lo entiendez?
—Un poco.
—¿Te imahinaz que uno de tuz hihoz dezapadesieda?
—No.
—Inténtalo.
—No, porque no quiero siquiera imaginarlo.
—Eza ez la cueztión. Y eza cueztión te lleva a dezeá la muedte en forma de cadaved deconosible y fehasiente de lo que máz quiedez. Eze ez el madtillo que golpea la aztilla de la ezpedansa que ze clava aún máz en tu pesho.
—No sé qué decirte.
—Ezo lo podíaz habé penzado antez de quiticad mi abzuddo degalo.
—Te pido perdón. Y para demostrarte mi arrepentimiento, te ofrezco correr con el cincuenta por ciento del coste del molinillo.
—Asepto pada agadesedte tu henedosidá. Pedo lo zuyo sedía que codiedaz con el sien pod sien. Con ello no zólo depadadíaz plenamente tu meteduda de pata, zino mi maltesha economía. Pienza que todavía no he podido hededá. Ede Se A no ez capás de zolisitá la muedte sivil de Giuseppe.
—Eso lo llamo yo chantaje moral del tal Erre C. A.
—Y yo una buena assión y una codesta fodma de dehabilitadze.
—Te doy cincuenta euros y no alargamos el tema.
—Hesho. Zean bienvenidoz.
—Pues espera, que voy a por ellos.
—Zi, mehó páhado en mano que siento volando.
Volví con el dinero.
—Toma.
—Gasiaz, que dioz te lo pague con una buena novia.
—A mí, lo que menoz me avía ahora es una novia.
—Poz me la pazaz.
—Eso es puro machismo.
—No, en ezte cazo yo defiendo a la muhé, podque queo que ez una cueztión de guzto. Zegudo que ente un goddo canozo y un dano pintón, elihe al batasio.
 —Ya... Por aquello de que si le da un beso se puede convertir en un príncipe.
—Zi, hombe. Tú zigue queyendo en cuentoz que zegudo que te zacan otoz sincuenta eudoz.



1 comentario:

Crul dijo...

Gran final, buenísima versión del chiste del enano-duende xD