jueves, 12 de junio de 2008

El pez grande

—Tengo miedo, Mendugo.
—¿Por eso llevas dos días sin sentarte a la mesa?
—Zí.
—¿Y por qué tienes miedo?
—Podque zoy una minodia.
—¿Y?
—Que todo lo que leo zobe ezte azunto me peocupa musho. El pes gande ziempe ze come al shico.
—Pero tú, ni eres un pez, ni eres un chico.
—Pedo zoy la mínima ecspezión d’una minodía.
—Hombre, perteneces a una especie que yo no calificaría de minoritaria, ni diría que está en vías de extinción. Las charcas, los pantanos y los ríos están a rebosar de ranas.
—Yo no didía tanto. Pedo, ¿tú me vez viviendo en un chadco?
—Pues, la verdad es que no.
—Yo eztoy mal, pedo a ti cada ves te veo peod. ¿T’has fihao que zoy de tapo y me tenez que lavad de tadde en tadde con Nodit?
—Si te refieres a que estoy loco porque hablo con un muñeco, estamos de acuerdo.
—Ezo zería lo de menoz; hay quien habla con la Vidgen Madía. Lo peod ez que padezco tu ziquiata.
—En eso difiero. Yo creo que lo peor es que te escucho, que te hago caso.
—¿Ezo ez veddá? —me pregunto Erre C.A. muy interesado.
—Ya te digo que lo es.
—¿De veddá de la buena? —insistió.
—Te lo juro por Snoopy.
—Poz ahoda, mientaz llega el pes gande, yo me comía una lazaña dezaz que te zalen tan dicaz.
—Y yo me olvidaría de ti y de todos mis sueños.
—Ezcusha, Mendugo. Ezcusha bien: Loz zueñoz dan zentido a la dealidá. Ézta zin aquélloz ze queda en una dutina vasía.
—¡Y tú qué sabrás, mono!
—Yo he eztado quinse díaz dento dun admadio y no me ha guztado na, pedo na de na. ¿A quién ze le ocude meted en un admadio una iluzión?
—A mí y a muchos.
—A mí y a muchoz —me hizo burla el rano—. A mí y a muchoz. Tú lo que tenez que hasé ez una lazaña, tío.
—¿Ya se te ha quitado el miedo?
—Ahoda teno oto peod y máz sedcano.
—¿Sabes lo que te digo?
—¿Qué?
—Que te comas una galleta.

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