… —Inzizto. Y no ez pod imitadte, como compendedás. Podque, vaya badbaz que llevaz.
… —Ya sé que no intentas imitarme, porque si no, te ducharías.
… —Laz danaz no zudamoz.
… —Y al parecer tampoco os mancháis.
… —Yo pefiedo el hel a la ezpuma d’afeitad.
… —No hablaba de geles ni de espumas.
… —Yo zí.
… —No. Tú lo que no quieres hablar es del aseo personal. Tú lo que quieres es jugar con mis antiguos achiperres de afeitar.
… —Tamén.
… —A veces, me sacas de quicio, Erre C.A.
… —¿Quéz un quisio?
… —Donde te voy a poner la cabeza mientras cierro la puerta.
… —¡Ay! M’he codtao… Pod tu culpa.
… —Ya sé que no intentas imitarme, porque si no, te ducharías.
… —Laz danaz no zudamoz.
… —Y al parecer tampoco os mancháis.
… —Yo pefiedo el hel a la ezpuma d’afeitad.
… —No hablaba de geles ni de espumas.
… —Yo zí.
… —No. Tú lo que no quieres hablar es del aseo personal. Tú lo que quieres es jugar con mis antiguos achiperres de afeitar.
… —Tamén.
… —A veces, me sacas de quicio, Erre C.A.
… —¿Quéz un quisio?
… —Donde te voy a poner la cabeza mientras cierro la puerta.
… —¡Ay! M’he codtao… Pod tu culpa.
… —Me alegro.
… —Edez, edez… Un… Un…
… —¿Qué soy?
… — Edez, edez… Edez un idealizta.
… —Eso no es un insulto.
… —Según tú zí.
… —Como te pille leyendo mis notas te voy a afeitar con el cortacésped.
… —¿Ya ze t’ha olvidao el apagón y lo del oto día, Mendugo?
… —¿El qué? —pregunté desafiante.
… —Que vivo dento de ti.
… —¿Y a ti se te ha olvidado el armario? —me encaré al rano descarado que reaccionó enseguida y recogió velas.
… —No. Y, ademaz, me voy a dushá. Y cuando pienzez voy a sedad laz odehaz, te lo pometo. Y no m’impozta ni el hel ni la ezpuma. Y voy a decohé mi dincón. Y no te voy a peguntá máz qué hay de comé. Y…
… —Vale, Erre C.A. —sonreí para mis adentros y traté de tranquilizarle—. Olvídate del armario. Y no sigas haciendo cosas hoy. Deja algo para mañana.
… —Edez, edez… Un… Un…
… —¿Qué soy?
… — Edez, edez… Edez un idealizta.
… —Eso no es un insulto.
… —Según tú zí.
… —Como te pille leyendo mis notas te voy a afeitar con el cortacésped.
… —¿Ya ze t’ha olvidao el apagón y lo del oto día, Mendugo?
… —¿El qué? —pregunté desafiante.
… —Que vivo dento de ti.
… —¿Y a ti se te ha olvidado el armario? —me encaré al rano descarado que reaccionó enseguida y recogió velas.
… —No. Y, ademaz, me voy a dushá. Y cuando pienzez voy a sedad laz odehaz, te lo pometo. Y no m’impozta ni el hel ni la ezpuma. Y voy a decohé mi dincón. Y no te voy a peguntá máz qué hay de comé. Y…
… —Vale, Erre C.A. —sonreí para mis adentros y traté de tranquilizarle—. Olvídate del armario. Y no sigas haciendo cosas hoy. Deja algo para mañana.
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