La verdad, a mí las medallas (de todo tipo) me traen al fresco. Pero me pregunto qué pensarán las personas de 65 años o más, jubiladas, que estuvieron en el tajo 47 años (o más), y actualmente intentan vivir con 500€ (o menos), cuando se enteran de a quien han otorgado la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo. Entre otros Jesús de Polanco (a titulo póstumo), Forges, Rafael Azcona, Amparo Baró, etc. Y no es que los citados no se la merezcan (ni lo se, ni soy yo quien para juzgar lo que no quiero juzgar), pero, entre los desconocidos, el único famoso es un soldado, los demás sólo contamos para seguir el buen ejemplo (?), no para darlo, ni para que nos reconozcan. Es ésta una excepción de la democracia en la cual una minoría, frente a la mayoría, sale beneficiada; aunque otros puedan considerar que, en vez de una singularidad, acaso sea un privilegio.
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