lunes, 16 de abril de 2012

Literalidad

—Esho de menoz loz viahesitoz con tu hiho.
—Pues ya sabes, te vas a vivir con él, y en próximo que te meta en la mochila.
A pesar de mis palabras, Erre C. A. siguió con la mirada perdida.
—Ezo zí que eda vida, mushasho. Hoy en Volúbilis, mañana en Tadfaya y pazao donde noz lleve el aide.
—No sabía yo que el viaje por Marruecos lo hicisteis en velero.
—¿Qué? —volvió de su tierra el rano.
—Que no sabía yo que el último viaje le hicisteis en velero —repetí.
—¿Y pod qué peguntaz eza tontería zi ze puede zabed?
—Porque tú has dicho que ibais donde os llevara el viento.
—Pedo ezo ez una figuda poética.
—Yo me lo había tomado literalmente. Pero, ahora que recuerdo, tú no has estado en Marruecos con mi hijo, sino en India.
—Ziguez con la litedalidá, ¿eh?
—Hombre, no es que yo me lo tome al pie de la letra, pero confundir el Atlas con el Himalaya...
—¿Y quién ha hablado de coddilledaz? Yo zé donde eztá el Toukbal y el Evedezt, lizto.
—Pues ya ves, yo el primero ni pajolera idea.
—Clado, como eztá en Áfica —y Erre C. A. volvió a quedarse ensimismado con la mirada perdida—. ¡Ay, qué tiempoz aquelloz! —suspiró.
El ensimismado
—Pareces un viejo muy vivido.
—Y tu lo edez.
—Hombre, comparado contigo...
—Ya, y zin compadasionez también.
—Dejémoslo. Si quieres hablo con él.
—¿Con quién?
—¿Con quién va a ser?, con mi hijo.
—¿Y nesecitaz mi pedmizo pada hablad con él?
—Pues va a ser que no. Me refiero a hablar con él sobre su próximo viaje.
—Habla con el lo que quiedaz, tío. Yo no me meto ente padez e hihoz.
—Para que te lleve —le aclaré desde la paciencia.
—¿Adónde?
—Pues de viaje. ¿Estás tonto o qué?
—Eztoy o qué. Ez desí, ni tonto ni lizto. Máz bien ez que no eztoy.
—Pues yo si te veo y te sufro.
—Ya eztamoz ota ves. ¡Ho, que pezao! Vete a hased la comida, y deha a Ede Se A con zuz zueñoz y noztalhiaz.











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