—Mira tú qué bien. A ver si tienes
suerte.
—Mendugo, miz ponozticoz eztán bazadoz en
la siensia, no en la zuedte.
—Pero estarás conmigo que se necesita
cierta dosis de suerte para acertar quince resultados, ¿no?
—Codiho: catodse.
—¿Has leído la última línea del boleto?
—No, ¿pada qué?
—No, para nada —le contesté con ironía y
suficiencia.
—¿Qué tiene la última línea, unoz
puntitoz pada fidmad?
—No. Déjalo. ¿Has puesto muchas
variantes?
—Ho, tío. No t’entedaz. Tú con lo de
comed tienez baztantante, ¿eh? Laz vadiantez no ze ponen en la quiniela, zino
en el apeditivo o en laz enzalaz ezaz de miedda. Yo he puezto númedoz.
—Esa boca . ¿Y qué números has puesto?
—Pada no liadme musho y bazado en laz
eztadízticaz y demáz estudioz sientíficoz, que no te voy a dezvelad, he zeguido una pauta lóhica y cohedente con ezaz siensiaz.
—¿Cómo cuál?
—Ede Se A ha empesado en la pimeda línea
con un sien. Y luego ha ido zumando uno hazta alcansad el siento catodse en el
padtido catodse, clado. Y punto final.
—Y claro, como has rellenado los tres cuadraditos de cada apuesta, sólo habrás rellenado una columna, ¿no?
—Y claro, como has rellenado los tres cuadraditos de cada apuesta, sólo habrás rellenado una columna, ¿no?
—¿Y cuántaz quiedez que dellene? M’han
zoplao tez eudoz. Zi delleno laz osho del boleto me quitan veinticuato
mashacantez. Y ezo no te loz zizo yo en doz mezez. Lo que no zé ez podqué ponen en doho un uno, una equiz y un doz, zi luego tú ezquivez laz sifaz que quiedez.
El del dezguaddo |
—Espera, a ver, enséñame el boleto que
has rellenado, por favor.
—No.
—No te la voy a copiar, te lo aseguro
—acabé el comentario con una sonrisa.
—No ez que no quieda, ez que Ede Sea no
puede.
—¿Por qué?
—Podque ze lo ha quedado el siego.
—Entonces enséñame el resguardo que te
han dado. Porque te habrán dado uno, ¿no?
—Zí, clado. Pedo no ez un dezguaddo. Ez..., ez..., como una eztampita con un númedo de zedie pada zabé que ez el mío.
—Bueno, llámalo como quieras, pero
enséñamelo, por favor —el rano me entregó un papelito que yo reconocí
inmediatamente como un cupón de la ONCE— Oye, ¿dónde has echado la quiniela?
—En un quiozco de siegoz. A mi me guzta
colaborad con la oba zosial.
—Pues que sepas que el del quiosco, a
parte de ciego, es un listo, porque no
juegas a las quinielas, sino al cuponazo de la ONCE del viernes.
—Y pada ezo m’he leído el Az y el Madca
d’ayed.
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