No es que Mateo Alemán, escritor de nuestro Siglo de Oro, sea el paradigma del hombre preocupado por el devenir ecológico, por la época al menos, pero sorprende leer lo escrito en 1604: «Uno solo [amigo] hallé de nuestra misma naturaleza, el mejor, el más liberal [generoso], verdadero y cierto de todos, que nunca falta y permanece siempre, sin cansarse de darnos : y es la tierra». El autor citado se basa en Juan de Aranda y en San Agustín para escribir en su Guzmán de Alfarache (II) este acertado comentario que, hoy más que nunca, me da qué pensar.
viernes, 2 de marzo de 2007
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