Muchas veces cuesta dejar pasar a Don Quijote por nuestro pecho sin ajustarnos a sus quehaceres. Así nos lo pide la propia razón y la sinrazón ajena. Desfacer entuertos, aun pagando precio de pasar por loco, está reñido hoy con el súper-héroe al uso. Recuerdo, por ejemplo, al señor de RUMASA en hábito de capa y calzoncillos rojos sobre mar azul, y ahogo la necesidad de subirme a Rocinante para ensartar con lanza lo que ahora veo como chusma, y cuando esté cuerdo como prójimo/vencido/congénere, al que le deben pasar por la cabeza las mismas alucinaciones que a mí. Alonso Quijano nos iguala, como buena ley. Superman nos separa.
(*VENCIDOS es el título del poema que empieza como se intitula esta queja, deuda con nuestro poeta LEÓN FELIPE, y que merece la pena leer, como tantos otros).
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