lunes, 5 de marzo de 2007

El día del espectador en el Parlamento

¿Por qué no se instaurará en el Parlamento el día del espectador? No se trataría de entrar en tal hemiciclo para disfrutar de una tarde de circo a precio módico, no. Sería con el fin de que nos vayan dando voz, que con voto poco hacemos ya, y en las manis ya no se aclara uno, y menos el que las ve en los telediarios. Correría el turno ante las cámaras de La2 y todos nos oiríamos. Porque, puestos a decir gilipolleces ante un micrófono, yo el primer, ¿por qué nos excluyen? Yo también quiero hacer el ridículo y crispar a mi vecino, ¡qué narices! Hoy, si me tocara a mí, me preguntaría en voz alta sobre el motivo de no entendernos ante el hecho terrorista. Más que nada porque he llegado a una conclusión que no me gusta nada, y de la que no me siento orgulloso. Paréceme a mí que las víctimas importan poco (las víctimas más que los familiares, que también) y menos las presuntas. Parece tan solo importar quién empezó la pelea política: “fuiste tú el primero”, “no, tonto, que yo estaba de vacas”; parecen infantes de colegio de elite despegados de la realidad en una disputa por quién inició algo de lo que ya ni se acuerdan; y peor aún, matrimonio en trámite de divorcio que usa de hijos para dañar la otra parte, y así dejan al más débil sin circo y sin asideras donde asirse.

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