domingo, 30 de octubre de 2011
El paro, la democracia y la empanadilla
─ Llevas ahí tirado en el suelo y sin moverte lo menos dos horas y media.
─ Ez que eztoy en pado.
─ Tú llevas en paro una vida, no me jo... jorobes. Y no confundas inactividad o vaguería con paro.
─ D'ezo nada, Mendugo. Yo no confundo nada.
─ ¿Pero te has apuntado en el INEM?
─ No. Y es dado, podque yo m'apunto a un bombaddeo.
─ Si dan de comer, seguro.
─ De todaz fodmaz, ez que no quedo zobezalí en eztoz tiempoz que coden.
─ Pues no vas por buen camino.
─ ¿Y ezo pod qué?
─ Porque sigues la senda de los políticos.
─ Me didaz...
─ A ver, cuando hablas haces demagogia; cuando comes, comes de gorra; usas lo que no es tuyo, como los colgantes; no solucionas nada y te tengo hasta en la sopa.
─ No entendéiz a loz padez de la patia. ¡Qué zedíaz tú zin mí! ¡Qué zedíaz!
─ Sin ti no sé, pero contigo un indignado con el reparto de obligaciones. Eso es lo que soy.
─ Que te vote quien t'entienda, Mendugo. ¡A la miedda!
─ Mira, eso sería un buen ejercicio democrático.
─ ¿El qué, idse a la miedda?
─ No, votar lo que entiendas.
─ Vez como no hase falta apuntadze a ningún zitio pada pensad...
─ Un pico y una pala te daba yo...
─ Te loz cambio pod una empanadilla.
─ Si te quitas ese colgante.
─ Hesho.
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