sábado, 29 de septiembre de 2007
miércoles, 26 de septiembre de 2007
Posible entrevista a Mendrugo
Como lo prometido es deuda, hoy me acojo a MENDRUGO. Y lo escribo con mayúsculas para distinguirlo de mí, el Mendrugo usuario de este blog. Siendo el personaje inabordable para un periodista, facilito a continuación una entrevista que una noche de insomnio sucedió en mi cama, y que creo puede facilitar el acercamiento al personaje.
…
Mendrugo. ¿Qué recuerda de su infancia?
MENDRUGO. Todo.
Mendrugo. Un libro.
MENDRUGO. La Historia Interminable, por el título, que es una consecuencia de su contenido.
Mendrugo. Un escritor.
MENDRUGO. Aquél que está a punto de serlo.
Mendrugo. Hábleme de sus orígenes.
MENDRUGO. Un aprendiz de escritor y mi madre se encontraron ante una cuartilla en blanco. Allí me gesté. Pero yo no he nacido. Mira, no tengo ombligo. No me parieron. A partir de ahí, la infancia jamás será un recuerdo. Luego, y antes, los libros. Un culto casi enfermizo a la inocencia. Poco más.
Mendrugo. Un amigo.
MENDRUGO. Don Quijote. Y aunque pocos se lo cuestionen, recordar que también fue niño… Acaso no ha dejado de serlo nunca.
Mendrugo. Un enemigo.
MENDRUGO. La conveniencia.
Mendrugo. Un ideal.
MENDRUGO. No madurar en adulto.
Mendrugo. Un deporte.
MENDRUGO. Andar por los pensamientos.
…
Mendrugo. ¿Qué recuerda de su infancia?
MENDRUGO. Todo.
Mendrugo. Un libro.
MENDRUGO. La Historia Interminable, por el título, que es una consecuencia de su contenido.
Mendrugo. Un escritor.
MENDRUGO. Aquél que está a punto de serlo.
Mendrugo. Hábleme de sus orígenes.
MENDRUGO. Un aprendiz de escritor y mi madre se encontraron ante una cuartilla en blanco. Allí me gesté. Pero yo no he nacido. Mira, no tengo ombligo. No me parieron. A partir de ahí, la infancia jamás será un recuerdo. Luego, y antes, los libros. Un culto casi enfermizo a la inocencia. Poco más.
Mendrugo. Un amigo.
MENDRUGO. Don Quijote. Y aunque pocos se lo cuestionen, recordar que también fue niño… Acaso no ha dejado de serlo nunca.
Mendrugo. Un enemigo.
MENDRUGO. La conveniencia.
Mendrugo. Un ideal.
MENDRUGO. No madurar en adulto.
Mendrugo. Un deporte.
MENDRUGO. Andar por los pensamientos.
Mendrugo. Una frase.
MENDRUGO. Una pistola, una madre sin un hijo, como mínimo.
Mendrugo. Un pensamiento.
MENDRUGO. Mis hijos son de donde comen. Y aclarar que la he oído en la radio, de boca del hijo de una madre que debió enseñarle que ser consecuente elimina el nacionalismo teórico… Serrat, ¿le conoces?
Mendrugo. Sí, claro. Un idioma.
MENDRUGO. El del diálogo.
Mendrugo. Un invento admirable.
MENDRUGO. La imprenta.
Mendrugo. Uno decepcionante.
MENDRUGO. La televisión.
Mendrugo. Una técnica.
MENDRUGO. La cirugía.
Mendrugo. ¿Qué le provoca estupor?
MENDRUGO. La mentira en la que viven los políticos y gobernantes. Se la creen y la hacen verdad para todos los demás.
Mendrugo. La muerte. Hábleme de su percepción.
MENDRUGO. Para mí es algo que solo llegará si aquella cuartilla sobre la que aparecí se queda olvidada en un cajón. Y eso ya no puede ocurrir porque vas a publicar esta entrevista ¿no?
Mendrugo. Sí, esa es la idea.
MENDRUGO. Con respecto a los demás, hacia fuera, la muerte me parece algo que debe ocurrir sin intervención humana externa. Ningún padre o madre debería sobrevivir a su hijo o hija… Y me viene a molde un verso de un fabricante de fantasías, abuelo por parte de madre, acuñadas con palabras hacia su propio y desaparecido abuelo: “Yo era chico [cuando murió mi abuelo], yo no sabía entonces de muerte, yo era inmortal”. Me define y quizás sean esos mis genes. Antes me preguntabas por ellos… Todos deberíamos encontrar un verso que nos definiera. Simplemente para conocernos.
Mendrugo. ¿Existe dios?
MENDRUGO. ¿Existo yo?
Mendrugo. ¿La tolerancia acarrea peligros?
MENDRUGO. Sí. Por contra la intolerancia acarrea problemas. Pero si me dan a elegir, como a Joaquín, yo escojo la del pirata cojo, es decir elijo los primeros. Son más divertidos.
Mendrugo. ¿Qué ha cambiado?
MENDRUGO. La relación del hombre con la Naturaleza. Más concretamente la relación del Hombre con él mismo.
Mendrugo. ¿Y qué no ha cambiado?
MENDRUGO. Las Iglesias, sus órganos rectores. El dogma es lo que tiene. Hay que hacer muchas trampas para que siga siéndolo.
Mendrugo. Pero yo he leído en algún sitio que usted cree que todos las hacemos…
MENDRUGO. Pero también añado lo que tú voluntariamente omites. Y es que son discutibles cuando hay daño o interés particular. Cuando forman parte del juego, como un elemento más, aportan al juego más emoción. Conocí a un abuelo que hizo trampas a las cartas hasta que se murió. No engañaba a nadie, solo jugaba más intensamente. Ponía a sus hijos e hijas, y también a sus nietos y nietas, en una posición desde donde el juego, la trampa, acrecentaba el cariño.
Mendrugo. Luego las trampas son admisibles, ¿no?
MENDRUGO. En ese caso sí. Lo inadmisible es jugar con la baraja marcada. Y aun así se debe saber que quien conoce el código puede perder. Y si no, que se lo pregunten a George… Aunque a ése, mejor no preguntarle nada. No conozco a alguien tan cercano a la puerilidad como lejano a la infancia.
Mendrugo. ¿Es usted anti-norteamericano?
MENDRUGO. No. Soy humanista, partidario de integrar en el Hombre los valores humanos, propios, frente a los económicos, egoístas.
Mendrugo. O sea, ¿qué las ciencias…?
MENDRUGO. No te equivoques. Las ciencias, como tú las llamas, también forman parte del hombre. El tecnócrata es el que tiene las miras estrechas, no el científico.
Mendrugo. ¿Internet?
MENDRUGO. Un libro abierto en el que cabe todo. Y es difícil de encontrar algo en lo que todo quepa, que no se debe confundir con el todo vale. Solo es comparable al alma humana.
…
Mendrugo. Un pensamiento.
MENDRUGO. Mis hijos son de donde comen. Y aclarar que la he oído en la radio, de boca del hijo de una madre que debió enseñarle que ser consecuente elimina el nacionalismo teórico… Serrat, ¿le conoces?
Mendrugo. Sí, claro. Un idioma.
MENDRUGO. El del diálogo.
Mendrugo. Un invento admirable.
MENDRUGO. La imprenta.
Mendrugo. Uno decepcionante.
MENDRUGO. La televisión.
Mendrugo. Una técnica.
MENDRUGO. La cirugía.
Mendrugo. ¿Qué le provoca estupor?
MENDRUGO. La mentira en la que viven los políticos y gobernantes. Se la creen y la hacen verdad para todos los demás.
Mendrugo. La muerte. Hábleme de su percepción.
MENDRUGO. Para mí es algo que solo llegará si aquella cuartilla sobre la que aparecí se queda olvidada en un cajón. Y eso ya no puede ocurrir porque vas a publicar esta entrevista ¿no?
Mendrugo. Sí, esa es la idea.
MENDRUGO. Con respecto a los demás, hacia fuera, la muerte me parece algo que debe ocurrir sin intervención humana externa. Ningún padre o madre debería sobrevivir a su hijo o hija… Y me viene a molde un verso de un fabricante de fantasías, abuelo por parte de madre, acuñadas con palabras hacia su propio y desaparecido abuelo: “Yo era chico [cuando murió mi abuelo], yo no sabía entonces de muerte, yo era inmortal”. Me define y quizás sean esos mis genes. Antes me preguntabas por ellos… Todos deberíamos encontrar un verso que nos definiera. Simplemente para conocernos.
Mendrugo. ¿Existe dios?
MENDRUGO. ¿Existo yo?
Mendrugo. ¿La tolerancia acarrea peligros?
MENDRUGO. Sí. Por contra la intolerancia acarrea problemas. Pero si me dan a elegir, como a Joaquín, yo escojo la del pirata cojo, es decir elijo los primeros. Son más divertidos.
Mendrugo. ¿Qué ha cambiado?
MENDRUGO. La relación del hombre con la Naturaleza. Más concretamente la relación del Hombre con él mismo.
Mendrugo. ¿Y qué no ha cambiado?
MENDRUGO. Las Iglesias, sus órganos rectores. El dogma es lo que tiene. Hay que hacer muchas trampas para que siga siéndolo.
Mendrugo. Pero yo he leído en algún sitio que usted cree que todos las hacemos…
MENDRUGO. Pero también añado lo que tú voluntariamente omites. Y es que son discutibles cuando hay daño o interés particular. Cuando forman parte del juego, como un elemento más, aportan al juego más emoción. Conocí a un abuelo que hizo trampas a las cartas hasta que se murió. No engañaba a nadie, solo jugaba más intensamente. Ponía a sus hijos e hijas, y también a sus nietos y nietas, en una posición desde donde el juego, la trampa, acrecentaba el cariño.
Mendrugo. Luego las trampas son admisibles, ¿no?
MENDRUGO. En ese caso sí. Lo inadmisible es jugar con la baraja marcada. Y aun así se debe saber que quien conoce el código puede perder. Y si no, que se lo pregunten a George… Aunque a ése, mejor no preguntarle nada. No conozco a alguien tan cercano a la puerilidad como lejano a la infancia.
Mendrugo. ¿Es usted anti-norteamericano?
MENDRUGO. No. Soy humanista, partidario de integrar en el Hombre los valores humanos, propios, frente a los económicos, egoístas.
Mendrugo. O sea, ¿qué las ciencias…?
MENDRUGO. No te equivoques. Las ciencias, como tú las llamas, también forman parte del hombre. El tecnócrata es el que tiene las miras estrechas, no el científico.
Mendrugo. ¿Internet?
MENDRUGO. Un libro abierto en el que cabe todo. Y es difícil de encontrar algo en lo que todo quepa, que no se debe confundir con el todo vale. Solo es comparable al alma humana.
…
lunes, 24 de septiembre de 2007
Las empresas y su publicidad
Las empresas que hacen publicidad masiva actualmente parece que nos hacen un favor cuando pretenden hacer negocio. Un poco más de respeto, coño, que no somos tan tontos (¿o sí?).
jueves, 20 de septiembre de 2007
La nueva canción del pirata
......Con diez cañones por banda,
dinero en popa a toda vela,
no corta el mar, sino roba
un banco mercantil.
......Publicidad pirata que llaman,
por su insistencia, el Temido,
en todo parqué conocido,
del uno al otro confín.
......El oro en la cámara ríela,
por el euro gime el cliente,
y alza el interés hiriente
y en hipotecas de plata vuela;
y calcula el director pirata,
contando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente to la tropa.
......«Aminora, hipoteca mía,
[sin tardanza] por favor,
que ni enemigo pirata
ni tormenta, ni bonanza
tu Euribor a bajar alcanza
ni a sujetar su valor.
......Veinte euros
han subido
a despecho
del francés,
y han pedido
mil perdones
cada mes
a las seis.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
......Allá muevan feroz OPA
ciegos y avarientos potentados
por un palmo más de mercado,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarcan mis brazos
que son cinco metros cuadrados.
......Y no hay playa,
sea cual sea,
la de Gandía,
la de Játiva,
que sienta
una pisada,
sea en vacaciones
o en fin de semana.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
......A la voz de “¡Subida viene!»
es de ver y de admirar
como mira y se previene
a todo trapo no pagar,
que no soy el rey del dolár,
y mi sobre poco contiene..
......En las horas
yo me divido
el tiempo
pa currar;
solo quiero
por riqueza
la posibilidad
de poder pagar.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
......Yo me río;
no me abandone la ONCE,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá por su propia quiebra.
......Y si no me llega,
¿qué es mi casa?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo,
como un paria,
padecí.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
......Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de banquero sacudidor
de mal porvenir las deudas
y el rugir de otras subidas.
......Y el trueno
al son violento,
y por el viento
de ultramar
nunca duermo
sosegado,
oprimido
por pagar.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
......................................................José de Esperanza
dinero en popa a toda vela,
no corta el mar, sino roba
un banco mercantil.
......Publicidad pirata que llaman,
por su insistencia, el Temido,
en todo parqué conocido,
del uno al otro confín.
......El oro en la cámara ríela,
por el euro gime el cliente,
y alza el interés hiriente
y en hipotecas de plata vuela;
y calcula el director pirata,
contando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente to la tropa.
......«Aminora, hipoteca mía,
[sin tardanza] por favor,
que ni enemigo pirata
ni tormenta, ni bonanza
tu Euribor a bajar alcanza
ni a sujetar su valor.
......Veinte euros
han subido
a despecho
del francés,
y han pedido
mil perdones
cada mes
a las seis.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
......Allá muevan feroz OPA
ciegos y avarientos potentados
por un palmo más de mercado,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarcan mis brazos
que son cinco metros cuadrados.
......Y no hay playa,
sea cual sea,
la de Gandía,
la de Játiva,
que sienta
una pisada,
sea en vacaciones
o en fin de semana.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
......A la voz de “¡Subida viene!»
es de ver y de admirar
como mira y se previene
a todo trapo no pagar,
que no soy el rey del dolár,
y mi sobre poco contiene..
......En las horas
yo me divido
el tiempo
pa currar;
solo quiero
por riqueza
la posibilidad
de poder pagar.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
......Yo me río;
no me abandone la ONCE,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá por su propia quiebra.
......Y si no me llega,
¿qué es mi casa?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo,
como un paria,
padecí.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
......Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de banquero sacudidor
de mal porvenir las deudas
y el rugir de otras subidas.
......Y el trueno
al son violento,
y por el viento
de ultramar
nunca duermo
sosegado,
oprimido
por pagar.
......Que es tu banco tu tesoro,
que es tu dios el usurar,
la ley, el capital, y el tiempo
mi única patria mi pagar.
......................................................José de Esperanza
lunes, 17 de septiembre de 2007
EL VERDADERO E IMAGINADO MENDRUGO
Inicio hoy las andanzas de Mendrugo, personaje de cuyo nombre me he apropiado para reconocerme entre los blogueros. Hay quien opina, que el personaje en cuestión no necesita presentación ni definición. Siendo lo primero largo, y lo segundo complicado, me adhiero a dicha posibilidad con el argumento que también tomo prestado: los lectores, si los hay, irán descubriendo por sí mismos la personalidad y la fisonomía del tal Mendrugo. Si bien, conviene para el saber interpretar los acontecimientos que irán empedrando las andanzas del sano vejete, que Mendrugo no es un mago, aunque a primera vista es lo que puede parecer. Cuando el humor y la inocencia se alían con el día a día, la vida no necesita de magias. Por ello, la primera aventura que ve la luz es ésta. Aquélla que, no siendo la primera, pudiera serlo, porque la vida de Mendrugo es igual vivirla de atrás a delante, que de la frente a los pies, que pillarla por el medio y hacer un ombligo con sus días. Leela si te apetece, que para ti está escrita.
Volvía Alex del cole. Un poco malhumorado por ser el primer día de clase. Y lo hacía solo, porque su amigo y compañero Míguel, aquejado de anginas había tenido la suerte de fumarse la inauguración del curso escolar. Venía con la cabeza ocupada por unos hombres grises que en otro sueño iban ocupando la realidad e iban robando el tiempo de otros y de Momo, otra niña de parecidas características a las suyas. Los botes que obligaba a dar a una pelota de tenis, mecánicos, desobedecían las órdenes maternas de no jugar con ella por la calle. Pero, mientras las madres ven peligro en todo lo que concierne al tráfico rodado, los hijos, hasta los dieciocho años, y no todos, no comparten esta inquietud. Por eso, los botes de la pequeña y llamativa esfera no pararon hasta que uno, estorbado por una falta en el adoquinado de la acera, no devolvió la pelota donde esperaba su dueño. La peluda bola, contradiciendo los deseos y los controles de Alex, acabó dentro del cubo de basura que el bar que quedaba a sus espaldas había medio llenado y sacado a la calle la noche anterior. Tampoco lo habían vaciado los basureros nocturnos, y como quiera que el bar abría después de comer, allí seguía, criticado por el portero de la finca que sufría los comentarios de los vecinos que se quejaban de la situación, ya repetida en más de una ocasión, sobre el mal olor que desprendía el contenedor de deshechos, hedor que se afincaba en el portal y en el hueco de la escalera como un realquilado molesto. Los okupas nunca son bien vistos, y más si no se duchan. El caso es, que entre el árbol, la farola preñada de una papelera y el vehículo aparcado en zona prohibida, el cubo se ocultaba a veces a los ojos de los del camión de la basura. Y así, el mal y caprichoso bote llevó a la pelota de Alex dentro del cubo gris con tapa verde, tatuado en un costado con la palabra “BAR” escrita con rotulador negro. Si la tapa hubiera estado cerrada, quizá los peligros imaginados por Candela se hubieran hecho realidad, pero al tener la boca abierta, el cubo se tragó la bola. «Mierda», pensó Alex que quedó parado ante el contenedor. “Mierda”, dijo una señora que pasaba a su lado, “te vas a encontrar ahí dentro, chaval”. “Ya”, contestó Alex, “pero no me importa. La pelo es mía y la mierda no”. Así que, ni corto ni perezoso, se acercó al cubo y tras asomar la cabeza, a punto estuvo de hacer caso a lo que había querido decir la manola que, con la cabeza girada y una sonrisa en la boca, se alejaba de la escena infantil. “Ganas tienes, diablillo”, fue el último comentario de ésta. Con un “¡Jo, que mal güele”, Alex usó sus dedos de pinzas para la nariz. Y así quedó pensando qué hacer. Pero poco había que discurrir. Si quería la pelota había que vencer el asco. Intentó volcar el cubo, pero entre el volumen y el peso de éste, y la seca advertencia del portero que le observaba (“¡Eh, chico, dejo eso, no lo vuelques. Ni se te ocurra. Además puedes hacerte daño”) abandonó la idea. Intentó saltar y quedar apoyado con la cintura en la arista de la boca del cubo, pero la rémora fue ahora su mochila. «¿Solución?», pensó Alex que, a continuación, se alejó unos pasos del cubo y tomó carrerilla. El segundo intento trajo el éxito, lo que no es axioma. Vio la pelota, y tras un pequeño esfuerzo, llegó a rozarla con la punta de los dedos. “¡Jo, que mal güele aquí dentro!”. Quejándose y alargando el brazo andaba cuando sintió que algo, o alguien, hacía fuerza hacia arriba y desde las suelas de sus deportivas. Intentó doblar las piernas, pero era tarde. El mayor peso de la parte de su cuerpo que estaba dentro del cubo, acrecentado por la ayuda exterior dieron con todo él dentro del cubículo plástico y pestilente. Soltó el canto del cubo que tenía agarrado con la otra mano porque la contorsión, aparte de ser graciosa, le hubiera dislocado el hombro, que se quedó con el dolor. Se olvidó de la pelota y cerró los ojos. Gritó un “¡No!” que el eco repitió varias veces. Alex, aún con los párpados apretados, se vio inmerso en un mar de basura nauseabunda y asquerosa. Cuando, después de aterrizar sobre una mullida alfombra, ni el tacto de plástico pringoso ni el hedor le recibieron, abrió los ojos. El olor que su nariz detectaba se correspondía más con el grato aroma de los churros recién hechos. Abrió más los ojos y distinguió frente a él la parte trasera y baja del cuerpo de Mendrugo, que, frente a lo que parecía una gran tinaja de cobre sobre un cilindro, manipulaba unas varillas de madera en las que iba insertando los morenos frutos de agua y harina.
............—¿Tu no quiere decir que no te apetecen churros, Alex?
............El crío tardó unos segundos en recorrer los alrededores de su culo y en darse cuenta que otra vez las ranas, que se descojonaban de risa saltando sobre la alfombra, habían provocado su entrada en el mundo de Mendrugo. Aquéllas que le habían empujado por los pies, saltaron sobre la gran mesa de cocina y se aprestaron a degustar el desayuno de Mendrugo. Las más limpias, o las más bromistas, se anudaron al cuello trozos de servilletas de papel que habían destrozado en la toma de la mesa. Ante tal algarabía, Mendrugo aconsejó: “Mejor os calláis y os estáis quietecitas, que hay para todas y para todos. Pero con una condición, que cuando vosotras os hartéis os vayáis a dormir a vuestra puerta, y nos dejéis en paz”. El coro de ranas emitió un “croa-croa” que debió ser un sí, porque Mendrugo se dispuso a servir los churros, si bien, antes las advirtió: “Y cuidado no os queméis, que están recién hechos”.
............Alex no salía de su asombro, y eso que ya estaba acostumbrado a las travesuras y glotonería de las ranas multicolores y compañeras de piso de Mendrugo. “Les gustan mucho. Se vuelven locas cuando los hago. Bueno, no, porque ya lo están, pero ya ves como se ponen, Alex. Así da gusto cocinar. ¿Tú no quieres?”. “No”, contestó Alex todavía sentado en la alfombra, “voy a comer ahora”. “Tú mismo”, contestó el vejete. Y tras una breve pausa, añadió: “Yo es que no he madrugado mucho porque ayer, jugando con un diccionario al escondite, se perdió una palabra y no la encontrábamos. Y como era pequeñita, nos dio mucha guerra encontrarla”.
............—¿Qué palabra era?
............—Era y es. Paz. Y lo peor es que, una vez encontrada, y como es tan menuda, volvió a perderse. Y lo tuve que dejar, se nos cerraban los ojos a todos, no fuimos capaces de encontrarla otra vez.
............—Si quieres, yo puedo ayudarte. Cuando a mi madre se le cae algo al suelo y no lo encuentra, me llama. Yo siempre lo veo.
............—Pues esta vez no, pero te lo agradezco, y no quiero que Candela te riña por llegar tarde a comer.
............—¡Es verdad! Si yo tenía que estar ya en casa. Pero, la pelo…
............—La pelo, como tú dices la tienes detrás de ti. Y esta vez da las gracias a todas éstas, si no es por ellas aterrizas sobre un mar de mierda.
............—Gracias, chicas —dijo Alex que recogía su pelota
Volvía Alex del cole. Un poco malhumorado por ser el primer día de clase. Y lo hacía solo, porque su amigo y compañero Míguel, aquejado de anginas había tenido la suerte de fumarse la inauguración del curso escolar. Venía con la cabeza ocupada por unos hombres grises que en otro sueño iban ocupando la realidad e iban robando el tiempo de otros y de Momo, otra niña de parecidas características a las suyas. Los botes que obligaba a dar a una pelota de tenis, mecánicos, desobedecían las órdenes maternas de no jugar con ella por la calle. Pero, mientras las madres ven peligro en todo lo que concierne al tráfico rodado, los hijos, hasta los dieciocho años, y no todos, no comparten esta inquietud. Por eso, los botes de la pequeña y llamativa esfera no pararon hasta que uno, estorbado por una falta en el adoquinado de la acera, no devolvió la pelota donde esperaba su dueño. La peluda bola, contradiciendo los deseos y los controles de Alex, acabó dentro del cubo de basura que el bar que quedaba a sus espaldas había medio llenado y sacado a la calle la noche anterior. Tampoco lo habían vaciado los basureros nocturnos, y como quiera que el bar abría después de comer, allí seguía, criticado por el portero de la finca que sufría los comentarios de los vecinos que se quejaban de la situación, ya repetida en más de una ocasión, sobre el mal olor que desprendía el contenedor de deshechos, hedor que se afincaba en el portal y en el hueco de la escalera como un realquilado molesto. Los okupas nunca son bien vistos, y más si no se duchan. El caso es, que entre el árbol, la farola preñada de una papelera y el vehículo aparcado en zona prohibida, el cubo se ocultaba a veces a los ojos de los del camión de la basura. Y así, el mal y caprichoso bote llevó a la pelota de Alex dentro del cubo gris con tapa verde, tatuado en un costado con la palabra “BAR” escrita con rotulador negro. Si la tapa hubiera estado cerrada, quizá los peligros imaginados por Candela se hubieran hecho realidad, pero al tener la boca abierta, el cubo se tragó la bola. «Mierda», pensó Alex que quedó parado ante el contenedor. “Mierda”, dijo una señora que pasaba a su lado, “te vas a encontrar ahí dentro, chaval”. “Ya”, contestó Alex, “pero no me importa. La pelo es mía y la mierda no”. Así que, ni corto ni perezoso, se acercó al cubo y tras asomar la cabeza, a punto estuvo de hacer caso a lo que había querido decir la manola que, con la cabeza girada y una sonrisa en la boca, se alejaba de la escena infantil. “Ganas tienes, diablillo”, fue el último comentario de ésta. Con un “¡Jo, que mal güele”, Alex usó sus dedos de pinzas para la nariz. Y así quedó pensando qué hacer. Pero poco había que discurrir. Si quería la pelota había que vencer el asco. Intentó volcar el cubo, pero entre el volumen y el peso de éste, y la seca advertencia del portero que le observaba (“¡Eh, chico, dejo eso, no lo vuelques. Ni se te ocurra. Además puedes hacerte daño”) abandonó la idea. Intentó saltar y quedar apoyado con la cintura en la arista de la boca del cubo, pero la rémora fue ahora su mochila. «¿Solución?», pensó Alex que, a continuación, se alejó unos pasos del cubo y tomó carrerilla. El segundo intento trajo el éxito, lo que no es axioma. Vio la pelota, y tras un pequeño esfuerzo, llegó a rozarla con la punta de los dedos. “¡Jo, que mal güele aquí dentro!”. Quejándose y alargando el brazo andaba cuando sintió que algo, o alguien, hacía fuerza hacia arriba y desde las suelas de sus deportivas. Intentó doblar las piernas, pero era tarde. El mayor peso de la parte de su cuerpo que estaba dentro del cubo, acrecentado por la ayuda exterior dieron con todo él dentro del cubículo plástico y pestilente. Soltó el canto del cubo que tenía agarrado con la otra mano porque la contorsión, aparte de ser graciosa, le hubiera dislocado el hombro, que se quedó con el dolor. Se olvidó de la pelota y cerró los ojos. Gritó un “¡No!” que el eco repitió varias veces. Alex, aún con los párpados apretados, se vio inmerso en un mar de basura nauseabunda y asquerosa. Cuando, después de aterrizar sobre una mullida alfombra, ni el tacto de plástico pringoso ni el hedor le recibieron, abrió los ojos. El olor que su nariz detectaba se correspondía más con el grato aroma de los churros recién hechos. Abrió más los ojos y distinguió frente a él la parte trasera y baja del cuerpo de Mendrugo, que, frente a lo que parecía una gran tinaja de cobre sobre un cilindro, manipulaba unas varillas de madera en las que iba insertando los morenos frutos de agua y harina.
............—¿Tu no quiere decir que no te apetecen churros, Alex?
............El crío tardó unos segundos en recorrer los alrededores de su culo y en darse cuenta que otra vez las ranas, que se descojonaban de risa saltando sobre la alfombra, habían provocado su entrada en el mundo de Mendrugo. Aquéllas que le habían empujado por los pies, saltaron sobre la gran mesa de cocina y se aprestaron a degustar el desayuno de Mendrugo. Las más limpias, o las más bromistas, se anudaron al cuello trozos de servilletas de papel que habían destrozado en la toma de la mesa. Ante tal algarabía, Mendrugo aconsejó: “Mejor os calláis y os estáis quietecitas, que hay para todas y para todos. Pero con una condición, que cuando vosotras os hartéis os vayáis a dormir a vuestra puerta, y nos dejéis en paz”. El coro de ranas emitió un “croa-croa” que debió ser un sí, porque Mendrugo se dispuso a servir los churros, si bien, antes las advirtió: “Y cuidado no os queméis, que están recién hechos”.
............Alex no salía de su asombro, y eso que ya estaba acostumbrado a las travesuras y glotonería de las ranas multicolores y compañeras de piso de Mendrugo. “Les gustan mucho. Se vuelven locas cuando los hago. Bueno, no, porque ya lo están, pero ya ves como se ponen, Alex. Así da gusto cocinar. ¿Tú no quieres?”. “No”, contestó Alex todavía sentado en la alfombra, “voy a comer ahora”. “Tú mismo”, contestó el vejete. Y tras una breve pausa, añadió: “Yo es que no he madrugado mucho porque ayer, jugando con un diccionario al escondite, se perdió una palabra y no la encontrábamos. Y como era pequeñita, nos dio mucha guerra encontrarla”.
............—¿Qué palabra era?
............—Era y es. Paz. Y lo peor es que, una vez encontrada, y como es tan menuda, volvió a perderse. Y lo tuve que dejar, se nos cerraban los ojos a todos, no fuimos capaces de encontrarla otra vez.
............—Si quieres, yo puedo ayudarte. Cuando a mi madre se le cae algo al suelo y no lo encuentra, me llama. Yo siempre lo veo.
............—Pues esta vez no, pero te lo agradezco, y no quiero que Candela te riña por llegar tarde a comer.
............—¡Es verdad! Si yo tenía que estar ya en casa. Pero, la pelo…
............—La pelo, como tú dices la tienes detrás de ti. Y esta vez da las gracias a todas éstas, si no es por ellas aterrizas sobre un mar de mierda.
............—Gracias, chicas —dijo Alex que recogía su pelota
............Los glotones batracios no contestaron. No era el momento de perder bocado y, por otra parte, su educación no daba para tanto. Alex no lo tuvo en cuenta, ni se preocupó. Pero quien sí tenía la mosca tras de la oreja era el portero de la finca donde se ubicaba el bar. El pobre hombre, que no había visto las ranas, ni aunque las hubiera podido mirar, se acercó corriendo al cubo, evitó el árbol, la farola y la papelera y se asomó con la intención de rescatar al crío. «Mira que se lo he advertido. Lo mismo se ha roto el cuello el jodío muchacho». El portero no daba crédito a lo que veía, aunque mejor cuadra decir a lo que no veía, porque, a excepción de las bolsas de plástico negro no era capaz de distinguir más cuerpos dentro del cubo. Tardó en convencerse varios minutos de que dentro del contenedor no había cuerpo viviente alguno, salvo el de las hormigas que, durante parte de la noche y de la mañana, ya habían construido un camino y lo recorrían con su monótono ir y venir. No contó las veces que en la medio hora que le quedaba de turno asomó su cabeza dentro del cubo, cada vez con más disimulo y con menos preocupación. «Me lo habré imaginado». Mientras, Alex salía por la puerta elegida, una redonda y salpicada de caramelos chupados, imaginó por las ranas. Y tal como había pensado entró en el pequeño comedor de su casa. “¡Hola, mamá! ¿Qué hay de comer?".
miércoles, 12 de septiembre de 2007
11S + 1
Mantener un criterio no es lo mismo que mantener una opinión o decisión. De la misma forma que ser constante no es ser cabezón. Ahora bien, para torcer una decisión y corregir has de anticipar una opción mejor a la abandonada. Cuando ello no concurre se está ante un problema, porque una ecuación no lo es por tener solución. ¿Qué hacer en Irak? ¿Seguir invirtiendo en ocupación?, concebir una guerra (o cien) como mecanismo de progreso me resulta espinoso. ¿Retirar las tropas?, provocar la llantina de un presidente al que acongoja la reposición de La Casa de la Pradera no es pertinente. ¿Problema?, problema. ¿Ceder a la ONU el mal negocio?, la mejor entre las peores salidas. Esta ecuación, la guerra o la ocupación, no siempre tiene solución, por ello nunca debió formularse. Y no vale que el de turno se equivocara y ahora llore. No, esto ya no sirve para nada. El ataque a las Torres Gemelas debió tener otra respuesta, porque como ahora se reconoce por todos, desde aquel aciago día, el mundo no es el mismo, si bien, tampoco es mejor.
martes, 11 de septiembre de 2007
jueves, 6 de septiembre de 2007
Una diversión
Picado por Mundo Picho, me he puesto a ello, y la verdad, yo mismo me he sorprendido del resultado. Aclarar que la fémina se ha retocado (y mucho) con el Paint. A ver qué os parece (lo de Galete, ni punto de comparación)
Para intentar un retrato hacerlo aquí. Yo me he divertido.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
Sobre y bajo la corona
No he oído, ni leído, todavía un gracias por parte de la familia real española. Ello no quiere decir que no las hayan dado. No siento que (debamos) deba nada a los reyes de España, y no porque no hayan hecho nada en favor de mí (del pueblo español, a la Historia me remito), sino porque en la balanza del debe y del haber, creo yo que el primero pesa más. Ahora, hace unos días, un servidor de la corona va y juzga como ofensivo un chiste gráfico que, a su modo de ver, falta al heredero, a la futura reina y a lo que representan. ¿Dónde estaba esa servidumbre cuando se instauró la Inquisición española? ¿Dónde estaba cuando se disputaban la corona (el poder) dos o tres de sangre azul con guerras cuyos muertos sí eran reales teniéndola roja? ¿Dónde estaban cuando se lapidaba todo el oro robado en Hispanoamérica, mientras nacían por hambre los pícaros? ¿Dónde estaban …? Al fin y al cabo, lo de hace unos días era tan solo humor. De lo que yo hablo y les acuso no es, ni fue, broma. ¿Han pedido perdón alguna vez los borbones, o cualquier otro linaje real? ¿Han dado las gracias a los que les admitieron como representantes para la eternidad de un pueblo que más les ha sufrido sin que tuvieran estirpe española? (el primer Borbón en España fue Felipe d'Anjou, nieto del rey francés Luis XIV). Los borbones llevan menos en esta tierra que estuvieron los árabes, pero éstos últimos tienen muy mala prensa. Eso sí, Juan Carlos estuvo en su sitio cuando el tejerazo. Eso sí que se publica y grita continuamente. Gracias, señor rey, gracias por dejarnos ser demócratas (¡qué cojones!), porque usted y los suyos nos imponen, con el subterfugio de una constitución, sus herederos. Otra cosa es que yo sea republicano y quiera elegir a quien me represente, más por no votar a quien puede hacerlo mal que por otra cosa. Ahora bien, el negocio no es tan importante como para llegar a las manos. Ahora se descuelga el gachó con el fichaje de un interventor que no hará público nada. ¿Será que piensa el buen rey que le engañan? Mas, ¿quién engaña a quién? No es nada personal, es cuestión de ser consecuente, es cuestión de ver una fisura en una democracia donde se hereda la representación del Estado, y en el que no todos tenemos las mismas oportunidades, principio básico de la democracia. Yo quiero que mi hijo o mi hija (cualquiera de nuestros hijos, es decir, cualquier hijo de vecino) tenga la posibilidad de llegar a ese cargo, nada más.
.
PD:- ¿Dónde se ha visto que un hijo se pase por el forro los derechos (?) de un padre y no sea criticado, sino ensalzado?
PD:- ¿Dónde se ha visto que un hijo se pase por el forro los derechos (?) de un padre y no sea criticado, sino ensalzado?
lunes, 3 de septiembre de 2007
Las comparaciones son odiosas
Cuando el demonio no sabe qué hacer, con el rabo mata moscas.
Otros, menos dotados, lo hacemos con el Bloom o con cualquier otro matamoscas.
Otros, menos dotados, lo hacemos con el Bloom o con cualquier otro matamoscas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)